La delincuencia común sigue aumentando por situaciones de abandono, apareciendo las económicas narco delictivas desde la informalidad a la formalidad, con reacción equivoca al agravamiento del miedo de los gobiernos: nacional y local, dejando indefensión a la gente, que conlleva a barrios en Cuenca a decir que estamos organizados ante la delincuencia y que reaccionaremos ante el peligro inminente, que somete a otras urbes como Esmeraldas y Guayaquil, que han sufrido con el cierre de actividades comerciales, educativas, hasta deportivas debido a la extorsión, con las llamadas vacunas, que obligan abandonar sus actividades para no pagar semanalmente un rubro que ya no les permite subsistir a pequeños como medianos establecimientos.
¿Acaso la contención de estos crímenes contra la integridad de la población, no puede ser morigerada en el marco de la ley y la institucionalidad publica? Hasta cuando seguiremos sin apoyo, alcanzando records de peligrosidad que superan a 60 muertes por cien mil habitantes, siendo peor que estos fallecimientos no han sido juzgados ni al 30 %, creándose un mundo de impunidad, mientras no se ha desplegado un diagnóstico certero de la situación, con desidia de la intelección estatal, sin dar certezas de acciones contundentes que controlen a estas amenazas que han postrado al país.
Las prioridades no vemos y asoman absurdos, como cerrar la autopista en dirección Cuenca Azogues, en la mañana del día 31 de octubre, para efectuar un ensayo para la parada militar, sin ninguna reflexión paralizaron a todas las actividades del sector de Chaullabamba y aledaños, más la circulación entre las capitales provinciales, sin duda es una muestra de la indiferencia ante el sufrimiento de la ciudadanía, de parte de autoridades, que sin desmerecer a la práctica, esta podía haberse organizado con mayor talento, que es una muestra que asusta en la toma de decisiones de parte de los ejecutivos nacionales y locales, que hace que nos miremos al interno y tratemos de juntarnos entre vecinos, para al menos expresar nuestra contrariedad al modo de llevar la cosa pública ante una crisis sin precedentes de seguridad. (O)