Frente a la tradicional iglesia de María Auxiliadora, al interior de un taller de restauración de imágenes, se ve a un hombre vistiendo una chompa salpicada de pintura mientras repara con su gubia la imagen de un Niño Jesús quemado.
El hombre es el escultor y tallador Leonardo Jimbo, un cuencano que se gana la vida arreglando y restaurando figuras religiosas en su tienda, Escultura y Pintura “Julio Jimbo”.
El restaurador cuenta que de los 12 hermanos que tuvo su padre, solo dos se inclinaron por esta vocación y que él es uno de ellos. Acepta que le costó aprender, pero siempre tuvo presenten la frase “la práctica hace al maestro”.
El escultor cuencano, de 47 años, dice que en los últimos años ha perfeccionado la técnica. Jimbo, se hizo cargo del taller hace un año y medio luego del fallecimiento de su progenitor, Julio Jimbo. No obstante, el aprender el oficio desde los 12 años, cuando hacía la mezcla de pintura, lijaba y era ayudante, le han permitido mantener su legado.
“Lo importante de todo trabajo es poner el corazón. Algunos me dicen que esto no es arte pero me gusta ayudar, dar soluciones a la gente que llega acá. Ayudamos a que los objetos afectivos se mantengan vivos. A veces el costo es elevado pero la gente hace el esfuerzo. Hay que mantener la tradición”, comenta el cuencano, quien se representa como devoto.
Tradición
“Las personas no desechan sus antigüedades, quieren que estas se mantengan ‘vivas’”, explica Jimbo haciendo referencia a las figuras que repara.
De acuerdo al artesano, las familias ecuatorianas se toman muy en serio a sus personajes religiosos, suelen mantener un Niño Jesús en sus casas e incluso lo visten con varios atuendos. Nunca se les ocurriría reemplazar una estatua rota o fracturada, agrega.
Y así es cómo llegan a esta pequeña tienda del barrio María Auxiliadora, un sitio tradicional en la capital azuaya. La encargada de dar la bienvenida a los clientes es una imagen de la Virgen María.Recorrer el local con la mirada nos acerca a las figuras del Niño Jesús, de la Virgen María, santos y otras imágenes en cerámica, madera, resina, yeso y fibra de vidrio. Astilladas y descoloridas; quemadas y con desperfectos, así se ven algunas de ellas. Esparcidas por toda la tienda hay figuras en proceso de mejorarlas. Algunas se encuentran envueltas en plástico, otras yacen en mostradores de vidrio o en estantes de madera.
Hay las que no tienen cabeza y a las que les falta una pierna, una nariz o un ojo. Otras simplemente necesitan un retoque.
“Se necesita paciencia. La mitad de mi tiempo de trabajo la utilizo para restaurar y la otra para la escultura en madera. Este oficio se está perdiendo en la ciudad, se necesita motivar para seguir con este trabajo”, resalta Jimbo.
Algunas de las figuras están listas para entregarlas como un Corazón de Jesús que irá al Chorro de Girón.
“Gracias a la gente que acude a mi local esto se mantiene vivo. Me gusta conversar con las personas y entender que por mi trabajo ellos guardan objetos que significan mucho. Seguiremos con el mismo entusiasmo y ayudando a la gente”, explica el restaurador.