Desencajado, aturdido, resentido, desubicado, ofendido, algo pasa con el Alcalde de nuestra ciudad. En medio de la Sesión Solemne por los 202 años de Independencia de Cuenca, el burgomaestre ha dicho en su discurso que los ministros morlacos son unos hijos de… nuestra tierra. No nos tome el pelo, todos nos dimos cuenta de lo que verdaderamente quiso decir.
Definitivamente, nuestro Alcalde es una caja de sorpresas. Cuando fue candidato prometió un sinnúmero de obras. Ahora, si usted le pregunta que qué pasó con los ofrecimientos, dice que únicamente habló de estudios, más no su ejecución. Y si lo increpa, seguramente le dirá que es un sinvergüenza.
Recuerde también las manifestaciones de octubre del 2019. La urbe quedó vandalizada por los revoltosos. Apareció, en sus habituales videos, indicando que el sí trabaja. Que se dejen de “memesitos“ y se pongan a laborar.
No se olvide de las últimas revueltas. El gremio de los taxistas anunciaba que también se sumarían a las movilizaciones. Rápidamente, el Alcalde dijo que retirará los permisos de operaciones a las cooperativas que dejen de prestar el servicio. Pero aquí no ha pasado nada. Los cuencanos tuvimos que arreglárnosla por nuestra cuenta, en medio de un caos general.
Y por su puesto, en el ámbito electoral es común escuchar sus ocurrencias. En un acto de rendición de cuentas, llevado a cabo en su barrio Cristo Rey, y colmado de funcionarios públicos, anunciaba su intención de volver a participar en las elecciones seccionales del 2023. Dijo que la mejor opción para ser Alcalde, es él. Es resto, vaya a la casa que no está a su nivel.
Ecuador se encuentra en medio de acontecimientos nunca antes vividos. Los narcotraficantes envían mensajes teñidos de sangre y dolor al Estado. Necesitamos autoridades que convoquen a la unidad para solucionar esta problemática, no un político que provoque confrontación.