Cuenca celebra su independencia en medio de un país secuestrado por el terror y la inseguridad, por la indiferencia e incapacidad, por un gobernante que pronostica días de paz mientras hay otro tiroteo en la cárcel del litoral.
Qué sentido tiene la independencia sin memoria histórica, sin la capacidad de reconocer que una democracia ineficaz también es una forma de explotación, de esclavitud, de precarización.
En estas fiestas celebro a nuestra gente, que trabajó sin descanso para sostener la vida y a Cuenca. A las mujeres que recogían la basura y reciclaron desde la madrugada para que la ciudad esté limpia; a quienes hacían música en las calles, a las artesanas, a los jardineros y a todos quienes hicieron de Cuenca la más bella.
Lloro a mi país, que siente una mano apretando su cuello; el narco terrorismo ganando espacio, los femicidios diarios y violaciones cada hora.
Todos los días nos rodea la incertidumbre y el miedo, pero también se siente la fiesta y la algarabía. Pero lo que más se siente es que seguimos sin nadie capaz de regresarnos la paz. (O)
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