La ecuatoriana que reivindica una tradición artesanal con tagua en España
Color de marfil, radiante y atractiva. Así es la tagua, una semilla propia de los bosques húmedos tropicales de países de Sudamérica, especialmente de Ecuador, y que la emprendedora Milena Zavala aprovecha para diseñar y colorar collares, pendientes y pulseras.
Es Una joya natural milenaria, bastante utilizada en el pasado como accesorio suntuoso andino y que hoy traspasa fronteras y recobra popularidad.
“Siento que, con la tagua, acerco mi cultura ecuatoriana a la gente de España y Europa. Incluso a mis compatriotas que viven aquí y que saben muy poco sobre la tagua y su riqueza”, cuenta a EFE Milena.
Es una ecuatoriana de 31 años, originaria de Manabí, la zona donde crecen naturalmente las palmeras de este diamante de selva, que tardan en crecer entre 14 y 15 años hasta dar los primeros frutos.
Gargantillas verdes esmeralda de grandes trozos ovalados; anillos robustos y delicados de todo tamaño y color; pendientes en pequeñas esferas o fragmentos en forma de diamantes, pero de tagua, son solo algunos de los accesorios artesanales que adornan Clova, la marca de Milena.
La venta se efectúa cada sábado y domingo en una tienda del barrio madrileño de La Latina, en el centro de Madrid, donde alquila un espacio que se convierte en un pedacito de Ecuador que atrae a españoles y turistas; extrañados por la belleza artesanal, buscan conocer de cerca, tocar la dura textura y comprar el producto.
“Primero hacen la recogida de la semilla, que se queda secando al sol de dos a tres meses y, cuando ya se le levanta la cáscara, se la puede empezar a trabajar”.
El color natural es como el marfil, por eso se la conoce también como “marfil vegetal”; cuando ya se le cae toda la piel, se le da la forma: bisutería, botones y juegos de mesa como el ajedrez. Luego se tiñe de diferentes colores, explica Milena a cada posible comprador.
Con cada explicación, que ya se sabe de memoria, rememora una costumbre ancestral de lucir y presumir el marfil vegetal como joya valiosa, tal como lo hacían sus ancestros ecuatorianos, y reivindica así desde Madrid una tradicional artesanal andina que se ha perdido entre su gente.
DISEÑO Y COLOR
“Antes de la Segunda Guerra Mundial, alemanes e italianos fueron a Ecuador y crearon la casa de la tagua, de la que exportaban botones, pero con la revolución del plástico, hubo un retroceso en la industria y se olvidaron de la tagua, así que ahora la idea es que se hable de nuevo de ella aquí, en Europa”, comenta.
La bisutería está tallada por artesanos ecuatorianos que le envían a Milena una parte del producto ya finalizado, listo para comercializar y otras veces, a petición de la emprendedora, solo las semillas trabajadas, para que ella, con la ayuda de un taller, les añada diseño y color a su gusto y creatividad. A algunos accesorios, incluso les añade plata y plata bañada en oro.
“La idea inicial era traer la bisutería hecha para que acá la gente conozca el trabajo de los artesanos de Ecuador, pero también es necesario adaptar algunos diseños a los estilos europeos”, describe.
Su emprendimiento nació hace ocho meses, por “la necesidad” de hallar un trabajo que le permita dedicar tiempo a sus dos pequeños hijos.
Milena le propuso a su madre, Clorin, para que desde Ecuador le ayudase a vincularla con proveedores de tagua de Bahía de Caráquez, ciudad de Manabí, de donde ambas son oriundas. Así surgió la conexión con los artesanos, el proyecto y la gran asociación con su madre, quien se ha convertido en su principal socia y soporte.
“Solemos estar juntas atendiendo el negocio… Hay algo que siempre les explicamos a los clientes: este también es un producto natural y por lo tanto una marca sostenible, que además es diferente a las tendencias”, concluye sonriente. EFE