Algunos con algo de estrategia van a paso silencioso. Prefieren no cruzarse con el mundial de fútbol y su campaña política hacia la alcaldía de Cuenca. Es un concepto por no interrumpir la atención de los electores y generar un contra efecto hacia su postulación.
Otros, desaforadamente, sin pausa, invaden ya con presencia en redes, veredas y todo espacio público. Alternativas profundas y de visión para la Ciudad son escasas. Se prefiere la confrontación, la nueva fachada de bienes patrimoniales, la reorganización y una especie de idea suelta que agrade a ciertos grupos enfocados. ¡El marketing será!
También hay el candidato que silenciosamente, a puerta cerrada, se reúne, recorre y camina distintos espacios territoriales sobre todo en la zona rural. Sumando votos dicen que está. Así, en silencio después de haber hecho tres años de show.
Ese es el camino a la alcaldía de Cuenca. Una Ciudad hermosa, llena de brillo, luz, patrimonio y naturaleza. Cuenca que mira con entusiasmo al futuro y que hoy -hay que reconocer- se encuentra más bella que nunca.
La nueva alcaldía debe enfocarse en la solución a los problemas urgentes: seguridad, planificación, gestión del tráfico, atención al transporte público innovador y futurista, visión turística que abra todos los museos e iglesias y genere espacios de activación económica, tecnologización del servicio público, reorganización de la cárcel de terror, distanciamiento con el populismo, solución a las invasiones, creación del centro interdisciplinario de planificación de la Ciudad, presencia a nivel internacional. Reutilización del espacio público, desarrollo económico con activación del espacio público.
Es decir, Cuenca requiere de una mirada más allá de la oportunidad y oportunismo de unos cuantos. Requiere de gente y líderes que en serio estén enamorados de ella, que quieran cuidarla y conservarla, proyectarla y hacerla más grande. (O)