Una de instituciones que hasta hace poco era prohibido hablar fueron las FF.AA. Efectivamente, cuando de temas atenientes a ellas se trataba, la cosa era delicada; sin embargo, la evolución de la sociedad ha hecho posible que también se ingrese a sus recintos para comentar y emitir criterios y sugerencias sobre su labor. Objetivo bueno, por cierto, porque en un país civilizado y republicano, no deben existir instituciones secretas ni inmunes.
La misión constitucional de las Fuerzas Armadas ha sido velar por la integridad territorial y la seguridad del Estado. Al difuminarse las contingencias bélicas externas, asomaron las conflagraciones internas de la delincuencia común, de la organizada, del narcotráfico y de la narcopolítica. Ergo, ahora el objetivo es casa adentro: mantener el orden y la seguridad de la nación y contribuir a su progreso, desarrollo y bienestar.
Así comprendieron los buenos elementos de esta noble Institución, quienes han salido de sus fortalezas para auxiliar a la Policía Nacional en la seguridad y la paz de un pueblo caído en manos de delincuentes ejecutores y ‘mentalizadores’ de dentro y fuera del país. Cuando muchos de sus miembros caían en combate por defender la soberanía territorial, todos lamentábamos las pérdidas y justipreciábamos su gallardía y amor por la Patria.
A nadie se le ocurría defender los derechos humanos de heridos o abatidos del bando opuesto, por contra, se narraba como hazaña. Ahora, cuando un policía hiere o derriba a un criminal en defensa del ciudadano y salvaguardia propia, se enciende el fuego de los DDHH para denostar contra los gendarmes y regentes, y abogar por los bandidos y asesinos; en cambio, si es asesinado un policía, los bien gratificados defensores hacen “mutis por el fuero”. Claro que dentro de ellos hay meritísimos activistas, como aquí mismo se conoce a un odontólogo y jurista, pero los más son alharaqueros y manipulados por farsantes ideólogos.
La seguridad del Estado radica en mantener una sociedad sana y equilibrada, solo así el país podrá caminar adelante y no soterrarse en el pantano que se encuentra por mandatarios corruptos, cobardes e ineptos. En buena hora que las FFAA cumplan con su visión que reza: “Institución de más alto nivel de credibilidad; sistemáticamente integrada, con capacidades conjuntas e interoperabilidad, personal profesional, ético y moralmente calificado, para ‘enfrentar los cambios y nuevos escenarios’, que ‘garanticen la paz, seguridad y bienestar de la nación’”. (O)