El trastorno neurológico de espectro autista con frecuencia se manifiesta con problemas de comunicación y atención, dificultades para relacionarse con los demás y eventualmente patrones atípicos de actividad y comportamiento.
La socialización y las oportunidades de una persona con autismo dependerán de su detección temprana, de cuánto hagamos como estado, sociedad y familia para brindarles las mejores herramientas para su relacionamiento personal con personas, lugares y ambientes desconocidos; para acompañar de manera adecuada a las familias y los educadores.
Se calcula que uno de cada 100 niños y niñas en el mundo tienen autismo. Los países con mayor prevalencia son aquellos con mejores políticas de diagnóstico. El subregistro y la falta de comprensión sobre esta condición provoca estigmatización, aislamiento y discriminación para quienes lo viven. Siguiendo las proyecciones en Ecuador existirían alrededor de 140.000 personas con autismo. Es claro que el problema está invisibilizado, existe una incipiente política pública de detección temprana y apoyo a las familias que día a día tienen que enfrentarse con este trastorno del neurodesarrollo con el que muchos nacen y que es para toda la vida.
La Organización Mundial de la Salud plantea medidas integrales y coordinadas para gestionar los trastornos del espectro autista, que bien puede constituirse en una guía de política pública, la mayor parte de estas medidas tienen que ver con la sensibilización, información, investigación, intercambio de experiencias y tecnología. Es indispensable tomar en cuenta que son medidas dirigidas a las personas que sufren este trastorno, pero también a su entorno.
Ya que el autismo se manifiesta en la primera infancia, es crucial el diagnóstico e intervención temprana, de ello depende que estos niños y más tarde estos adultos puedan vivir en pleno ejercicio de todos sus derechos.
Otro paso importante es conocer más sobre el tema y sensibilizarnos con él, y combatir los estigmas y prejuicios. Por su parte, los Ministerios del sector social y las autoridades a todo nivel, deben crear y promover prácticas óptimas y protocolos de cómo tratar estos casos y ofrecer atención de salud, apoyo social y psicológico a las personas y sus familias. (O)