Circula por redes el discurso más emotivo que recuerdo haber escuchado en toda mi vida respecto a nuestra amada TRI, fueron tan poderosas las palabras del Director Gustavo Alfaro que en cada una de ellas se posó un firme convencimiento, semejanza absoluta a lo que es la convicción, fue la autenticidad de quién es él, cuál es su equipo y hacia donde van, es el “quid” que hizo la diferencia en este mundial.
Escuchaba el fervor de su mensaje y pensaba que en la vida aún nos falta y nos falta mucho por hacer, nos falta abrazar con el alma aquello que en verdad queremos, nos falta enfocarnos con precisión y legítima pasión a lo que realmente aspiramos y nos falta también disciplina, confianza y buen juicio; ayer con un resultado en contra se abrió camino y se dejó huella ¡Gracias mi Ecuador del alma, volveremos en cuatro años!.
El aprendizaje que nos dejaron nuestros embajadores del futbol ecuatoriano fue que en el lugar donde nos encontremos y desde el rol que nos desempeñemos, no asentemos sueños de hormigón sobre pedestales de cristal, pues tan pesado es el hormigón como refulgente el cristal. (O)