Cantan Fito Páez y Joaquín Sabina “hay una lágrima en el fondo del río, llueve sobre mojado” y más adelante afirman “nada sabe a pecado” y los bla bla bla del coro nos afirman en la convicción de que todo está por construirse en este país y, obviamente, en el resto del planeta en tanto en cuanto aquellos valores del espíritu, que deberían ser el sostén de la sociedad, queden escondidos detrás de la verborrea del poder. Y no se trata de argumentar con razones simples únicamente debemos hacer carne que todo aquello que acontece en nuestra periferia nos suma o resta como comunidad global; la junta de supervisores del condado de San Francisco dio el martes luz verde a la Policía de la ciudad para usar robots controlados a distancia de forma letal en situaciones de emergencia, mientras tanto, en El Salvador Buquele continúa su guerra a las pandillas y despliega diez mil efectivos para “extraer” a los implicados de los barrios de la periferia de Soyapango. Aquí en el Ecuador la disputa por los centros de narcotráfico traspasa las paredes de las cárceles y requiere de un plan que combine acciones inmediatas y a largo plazo. Mientras tanto Sabina y Páez cantan “el corazón se acostumbra a olvidar” y, definitivamente, esa costumbre a la violencia y a la corrupción, entre otras pestes, sería lo peor que nos pueda suceder. (O)
CMV
Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.
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