Los países de la Unión Europea, que hace año y medio sufrían por la escasez de vacunas contra la covid, tienen ahora excedentes de dosis que no alcanzan a administrar ni donar y reclaman a farmacéuticas como Pfizer y Moderna que reajusten las cantidades contratadas y los plazos de entrega.
«Es indispensable que se suspenda la entrega de vacunas hasta que no se haya revisado el contrato (…). Que en enero y febrero se nos sigan entregando vacunas es inaceptable», declaró en un Consejo europeo de ministros de Sanidad el titular checo, Vlastimil Válek, cuyo país ostenta este semestre la presidencia del Consejo de la UE.
Los Veintisiete reconocen el éxito del sistema de compras conjuntas pilotado por el Ejecutivo comunitario, que negoció en nombre de la UE la adquisición de vacunas al inicio de la pandemia y creó un portafolio con distintos proveedores.
En mayo de 2021, cuando empezaba a disolverse la escasez inicial de vacunas, la Comisión Europea firmó un gran contrato con Pfizer-BionTech para recibir 900 millones de dosis adicionales hasta 2023, con una opción para otros 900 millones. Sin embargo, las capitales consideran esas cantidades resultan ahora excesivas.
«Debemos guiarnos con la misma predisposición negociadora (…), defendiendo los intereses de nuestros ciudadanos en una realidad que ha cambiado» para conseguir un «reajuste de los tiempos y de las cantidades de entrega», dijo la ministra española, Carolina Darias.
«No podemos permitirnos vacunas que no vamos a utilizar y que estas se acaben destruyendo», agregó.
Los titulares del resto de Estados miembros se pronunciaron en el mismo sentido, con el ministro italiano, Orazio Schillaci, señalando que desperdiciar vacunas supondría un «despilfarro» que «la opinión pública no entendería» porque las futuras dosis ni podrán utilizarse ni donarse a terceros países, sin capacidad para absorberlas.
«Es importante renegociar con las farmacéuticas los contratos en ejecución o pendientes de ejecución para reducir las compras en función de las necesidades de los Estados y, en todo caso, que se puedan retrasar los pagos y las entregas de las dosis adquiridas varios años, por lo menos cuatro», agregó.
El titular alemán, Karl Lauterbach, reclamó también «más flexibilidad en los contratos» y pidió «no sólo que se aplace el suministro sino que se reduzca también la cantidad encargada».
«Tenemos los almacenes llenos (…) y la utilización es muy reducida. Tenemos suficientes hasta el 31 de julio, que es cuando caducan esas vacunas», explicó Eslovenia.
Francia apuntó que la solución a la que se abre Pfizer para repartir las entregas previstas para 2023 entre 2023, 2024 y 2025 «va bien encaminada pero no es satisfactoria» y llamó a que «sigan las negociaciones» y a que «se suspendan las entregas» hasta que se llegue a un nuevo acuerdo.
La ministra francesa abogó también por conseguir una «prórroga» con la farmacéutica Moderna «a tenor de los resultados que se obtengan en las negociaciones con Pfizer».
«Hablamos de vacunas destinadas a la destrucción desde el momento en el que se están entregando. Es un peligro grave para la reputación y para las finanzas de los Estados miembros», dijo el ministro búlgaro, Asen Medzhidiev, quien recordó que las farmacéuticas han obtenido «beneficios extraordinarios» durante la pandemia.
BRUSELAS INTENSIFICARÁ LAS NEGOCIACIONES
«Las circunstancias han cambiado. Respetamos nuestros acuerdos contractuales pero todos han mencionado que las empresas tienen que mostrar flexibilidad. Tenemos que hacer más para alinear oferta y demanda (…), la destrucción de vacunas no es aceptable», apuntó en su intervención la comisaria europea de Sanidad, Stella Kyriakides.
La responsable comunitaria explicó que se han producido «avances» en las negociaciones con las farmacéuticas y señaló que ha convocado una reunión del comité de orientación en la misma tarde del viernes para retomar los contactos con la industria. EFE