Encuestas y “encuestas”

A propósito de las “encuestas electorales” que circulan sobre todo en redes sociales, previo a las elecciones del 5 de febrero, es pertinente distinguir entre aquellas encuestas verdaderas, que son utilizadas como una técnica cuantitativa para la investigación científica de la realidad; y, aquellas falsas, que son usadas como un simple instrumento para distorsionar la realidad.

En el primer caso se trata de una técnica cuya aplicación requiere el uso de una metodología adecuada en la selección de la muestra y en el diseño de las preguntas, la supervisión en su aplicación, y un análisis riguroso y objetivo de sus resultados. En el caso de las encuestas electorales, la objetividad y la validez de sus resultados están atadas, además, a la independencia que una encuestadora mantenga con respecto a los intereses políticos y electorales en pugna, y sobre todo a la ética con la que actúe.

En el caso de las otras “encuestas”, están no son sino remedos de encuestas, fabricadas para forzar a que la realidad se adapte al punto de vista o al interés de la “encuestadora”; lo que en caso de las “encuestas electorales” puede llevar, incluso, simplemente a la tarea de construir cuadros con datos que favorezcan a las organizaciones políticas o a los candidatos que han pagado por ellas. En este caso, entonces, dichas “encuestas electorales” se convierten en meros instrumentos de manipulación política y de propaganda electoral, y por lo tanto en parte de una farsa y de la ausencia de ética que caracteriza en gran medida a la práctica política en el país.

Si bien en Ecuador hay algunas encuestadoras independientes y serias, en la víspera de la campaña electoral que se avecina también han asomado aquellas “encuestadoras” y pseudo encuestadores que, en función de favorecer electoralmente la imagen (cuestionada en algunos casos) de algún candidato, se dedican a publicitar datos reñidos con la realidad objetiva; con lo cual no sólo se miente, sino que se termina rindiendo tributo a una forma de hacer política sin escrúpulos y basada en el engaño, es decir, una política maquiavélica.

Ojalá la política alguna vez se reconstruya, teniendo como uno de sus pilares a la ética y, por lo tanto, pueda ser redefinida como POLIETICA.  (O)

CMV

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.

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