Empezaron a circular por medios de comunicación y redes sociales las conocidas encuestas para la alcaldía de Cuenca y la prefectura del Azuay. Hay de todo tipo y del presupuesto que guste. El que paga más lógicamente estará liderando la intención de voto y el que no, pues ocupará los últimos lugares.
¿Qué se busca al compartir los resultados de las investigaciones? Pues alterar la opinión pública. Un ciudadano que mire esos números, en muchos casos irreales, podría cambiar su intención del voto. Recuerde que los sondeos a veces no coinciden. Revise lo que ocurrió con el Brexit en el Reino Unido o en el plebiscito por la paz en Colombia.
Eso mismo aconteció en las elecciones pasadas. A pesar, de que en las mediciones se esperaba que Marcelo Cabrera se reelija como alcalde de Cuenca, el resultado fue otro. Tampoco olvidemos lo de Yaku Pérez. Nadie apostaba por su victoria, pero la ganancia sorprendió a muchos.
Por otra parte, las vocerías de las casas encuestadoras manejadas de manera irresponsable pueden generar un caos en medio de un proceso electoral. Hablar a los micrófonos asegurando que poseen los datos exactos, con mínimos márgenes de error, es parte de la estrategia de algunos equipos de campaña que contratan sus servicios.
Por ese motivo, el Código de la Democracia prohíbe que se compartan los datos a pocas semanas de los sufragios. Sin embargo, en las redes sociales los resultados truchos se publican por infinidades de cuentas. Incluso hay avezados que pagan para que llegue a la mayoría de los ciudadanos y tratar de manipularlos de último momento. En fin, puede que los resultados favorezcan a una determinada tienda política, pero cuidado se bañen con exceso de triunfalismo.
Las próximas elecciones son primordiales para los cuencanos y azuayos. La falta de liderazgos políticos ha provocado que involucionemos. Nos estamos jugando el destino de nuestro maravilloso terruño. (O)