Argentina y Francia, que se presentaron en el Mundial de Qatar 2022 en el grupo de grandes favoritos, han confirmado su condición, pero les queda un penúltimo paso para cumplir sus anhelos y expectativas, las semifinales, en las que tendrán que sofocar la rebelión protagonizada por Croacia y, principalmente, por Marruecos.
Entre el martes y el miércoles, en los estadios de Lusail y Al Bayt, los dos de mayor aforo de esta primera Copa del Mundo en un país árabe, se conocerán los nombres de los dos equipos que el domingo, de nuevo en Lusail, se jugarán la corona universal.
Modric y Croacia; Argentina, el último sueño para Messi
Argentina y Croacia serán los encargados de abrir el fuego en un duelo de dimensiones hasta románticas. Leo Messi contra Luka Modric. Dos Balones de Oro frente a frente. Representantes, otrora el argentino, de la gran rivalidad Barcelona-Real Madrid. Dos de los mejores jugadores de los últimos tiempos e incluso de la historia. Han sido protagonistas de algunas de las páginas más brillantes. Casi una treintena de enfrentamientos a todos los niveles. Se reencuentran con un sueño como coronación a dos carreras estelares.
Ambos lucen el ’10’, el destinado a los grandes ‘cracks’. Son los líderes indiscutibles de sus respectivos equipos y de su actuación dependerá buena parte del encuentro de Lusail, aunque en el caso de Messi es si cabe más decisivo ante el desenvolvimiento más coral del conjunto ajedrezado.
El cuadro de Lionel Scaloni derrapó de entrada ante Arabia Saudí. Sufrió pero se recompuso al ritmo de las genialidades de Messi y ha ido solventando, no sin problemas, los escollos que ha tenido en el camino con Australia y Países Bajos, encuentro este más que caliente y tenso tras los penaltis, en los que emergió Emiliano Martínez.
También pasó por el mismo sistema Croacia. En su caso, para ser fiel a su costumbre en las últimas grandes competiciones, necesitó la tanda de penas máximas en octavos ante Japón y en cuartos frente a Brasil.
Una competición más, los vigentes subcampeones mundiales, han demostrado una capacidad de resistencia, de no hundirse jamás, envidiable. Bajo la batuta de un Modric eterno y de Zlatko Dalic desde el banquillo, nunca se han rendido. Ante la Canarinha, gran favorita, tuvieron el encuentro perdido en la prórroga. No se descompusieron y evitaron la derrota casi en el último minuto con una contra culminada por Bruno Petkovic.
Dominik Livakovic hizo el resto. Detuvo tres tiros a Japón y el de Rodrygo Goes. El fallo de Marquinhos condenó al adiós precipitado a Brasil y quién sabe si a Neymar, que dejó su futuro en el aire. Croacia ratificó su carácter competitivo con el que vuelve a estar, por segundo Mundial consecutivo, en la semifinal. En Rusia 2018 dilapidó las ilusiones de Inglaterra. Ahora es la gran amenaza para la Albiceleste.
La revelación reta al campeón
El miércoles será el turno para Francia, la defensora del título, la todopoderosa campeona, y para la gran revelación del torneo y esperanza del fútbol africano y árabe, Marruecos.
Después de empatar en el estreno ante Croacia, de ganar a Bélgica y a Canadá, de superar en penaltis a España y de poner fin a la brillante andadura de la pujante Portugal y de Cristiano Ronaldo, y todo ello con un gol encajado tan solo -y fue en propia meta-, Marruecos no puede ser minusvalorado por el conjunto de Didier Deschamps.
Cierto es que los ‘bleus’ han sacado músculo futbolístico cuando les ha hecho falta, han tenido efectividad y han sido de los más solventes al ritmo del espectacular fútbol de Kylian Mbappe, de los goles de Olivier Giroud, de los pases del arquitecto Antoine Griezmann, de la solidez de Aurelien Tchouameni y Adrien Rabiot o los destellos de Ousmane Dembele.
Impuso su ley en su grupo pese a una derrota intrascendente al final ante Túnez, despachó a la Polonia de Robert Lewandowski y sufrió ante Inglaterra, que estuvo muy cerca de mandar el partido de cuartos a la prórroga. Un penalti de Harry Kane al limbo salvó a los de Deschamps del periodo adicional.
Será una especie de derbi por la gran cantidad de migrantes que viven en el país europeo. Además, muchos de los jugadores de los ‘Leones del Atlas’, incluido el técnico, Walid Regragui, han nacido en Francia.
El conjunto marroquí, al amparo de una legión de aficionados en los estadios en los que ha jugado en este Mundial, ejerce siempre como local. El constante ánimo de la hinchada ha sido vital para un equipo que se ha comportado como una roca impermeable.
Los jugadores de Regragui, que lleva en el cargo escasos meses, han sabido interpretar el plan a la perfección. Han hecho un arte de la defensa, con la que han ido creciendo hasta límites insospechados, históricos. Nadie, ni Modric, ni Kevin de Bruyne, ni Pedri, ni Cristiano han podido con ellos.
Con los sevillistas Yassine Bono y Youssef En-Nesyri decisivos, una defensa a prueba de cualquier cosa, un medio campo más que sólido, un Azzedine Ounahi incansable para el despliegue… en definitiva, un auténtico bloque, solidario y concentrado. Marruecos encara sin complejos un sueño del que no quiere despertar. Ni las lesiones ni el cansancio arredran a este grupo de luchadores.
Atrás han quedado 60 partidos y 28 equipos. Cuatro sobreviven en un Mundial histórico, disputado por primera vez en Oriente Medio y entre noviembre y diciembre. Uno será el que festeje. EFE