De un fraterno encuentro con un entrañable amigo y una invitación académica de la, no menos entrañable, rectora del colegio “Daniel Córdova Toral”, a remembrar lúcidos recuerdos de un vistoso e inusual sector entre ríos, entre puentes y entre historias, conocido como las Herrerías, testificando con su nombre, un escenario de ocupación artesanal que se remonta a la misma fundación de la ciudad de Cuenca.
Recién concluía la lectura de, “La hacienda azuaya y otros temas de nuestra historia regional”, de Manuel Ignacio Carrasco Vintimilla y vislumbrar cómo esta “unidad de producción económica y social de la región”, llamada hacienda, determinó una serie de actitudes y costumbres del habitante austral que, expresados en relaciones laborales, sociales, religiosas, festivas y gastronómicos, dan forma un estilo de vida que bien puede llamarse una cultura de hacienda. Y otros temas de nuestra historia regional y local como, El barrio de las Herrerías, prolija y documentada historia del sector que, jubilosamente, me trasladan a la infancia acompañando a mi padre a herrar sus caballos; a mi adolescencia y juventud como paso y tambo obligado a la ciudad; a la estación del Ferrocarril de Gapal y los viajes en auto ferro al Tambo, con Manuel M. Muñoz Cueva, el autor de Cuentos Morlacos y Otra vez la tierra morlaca; a la Fundación Paul Rivet, la restauración de la Casa de Chaguarchimbana y las ferias artesanales, recuerdos de usanzas y tradiciones que, sumando y afianzándose, configuran una práctica cultural presente en el imaginario local como puntal de un presente artesanal, gastronómico y turístico del sector.
Justamente, sobre este tema se me invitaba a conversar en la Noche Cultural del “Proyecto Memoria Viva”, a través del cual el colegio “Daniel Córdova”, busca interactuar con la comunidad para rescatar sus valores expresados en leyendas y tradiciones que, salvados del olvido y puestos en valor, coadyuven a una mejor comprensión de su historia en función del fortalecimiento de la identidad barrial.