Irán afronta las mayores protestas en años y ahonda su aislamiento global

Irán vivió en 2022 las mayores protestas en décadas contra la República Islámica, unas movilizaciones desatadas por la muerte de Mahsa Amini tras ser detenida por llevar mal el velo islámico y que han aislado aún más al país, que ha profundizado sus lazos con Rusia.

Jóvenes y mujeres llevan meses protestando en las calles del país persa pidiendo el fin de la República Islámica fundada por el ayatolá Ruholá Jomeiní en 1979, a pesar de que más de 400 personas han muerto en la fuerte represión estatal.

MUJER, VIDA, LIBERTAD

Todo comenzó con la muerte de Amini, joven kurda de 22 años, tras ser detenida por la llamada Policía de la moral por llevar mal puesto el velo islámico, prenda obligatoria en el país y uno de los símbolos de la República Islámica.

Durante el entierro de Amini en su ciudad natal de Saqez, en el Kurdistán iraní, numerosas mujeres ondearon los primeros velos y gritaron los primeros “mujer, vida, libertad”, actos y eslogan que se han convertido en símbolos de las protestas y que continúan tres meses después.

Era el pistoletazo de salida de unas protestas que han ido mutando a lo largo del tiempo, primero con grandes manifestaciones, después con movilizaciones en las universidades, más tarde con colegios en las que las niñas se quitaban los velos y ahora con pequeñas y esparcidas manifestaciones para evitar a las fuerzas de seguridad.

A todo eso se suman actos de desobediencia en las calles: mujeres que caminan por las vías públicas sin velo; conductores que hacen sonar los cláxones sin parar, o los gritos desde las ventanas contra el régimen por las noches.

REPRESIÓN

La respuesta del líder supremo de Irán, Ali Jameneí, y el presidente de Irán, Ebrahim Raisí, ha sido la represión policial y judicial, además de una fuerte censura de internet para tratar de controlar las protestas.

En los tres meses de protestas han muerto más de 400 personas y al menos 2.000 han sido acusadas de diversos delitos por su participación en las movilizaciones, de las que 11 han sido condenadas a muerte.

Las autoridades judiciales llevaron a cabo la primera ejecución de un manifestante el 8 de diciembre, con el ahorcamiento de Mohsen Shekari, condenado a muerte por herir con un cuchillo a un miliciano islámico y bloquear una calle.

Al mismo tiempo, al menos 15.000 personas han sido detenidas, entre ellas figuras públicas como futbolistas y actrices por su apoyo a las protestas, además de unos 70 periodistas y fotógrafos.

Los líderes de la República Islámica han acusado a Estados Unidos, Israel, Alemania y Francia, entre otros, de fomentar las protestas, que tendrían como objetivo, según Teherán, provocar una guerra civil para «desintegrar» el país persa.

Tuvieron que pasar casi tres meses para que las autoridades hicieran el primer gesto hacia los manifestantes, como fue el anuncio de la disolución de la Policía de la moral, cuerpo formado en 2005 para vigilar el cumplimiento de los estrictos códigos de vestimenta, en especial entre las mujeres.

Pero las autoridades dejaron claro que eso no significa el fin de las leyes que obligan a las mujeres a cubrirse con velo y afirmaron que estudian métodos más “modernos” para imponer su uso.

AISLAMIENTO INTERNACIONAL

La represión de las protestas ha provocado fuertes críticas de los países occidentales y ha desatado una ola de nuevas sanciones contra Teherán, ahondando el aislamiento del país persa.

En este contexto de renovado enfrentamiento geopolítico, las conversaciones para salvar el pacto nuclear de 2015 están totalmente paralizadas y no hay visos de un acuerdo para limitar el programa nuclear iraní a cambio del levantamiento de sanciones.

Irán negocia desde hace meses con Alemania, Francia, el Reino Unido, Rusia, China y, de forma indirecta, con Estados Unidos la restauración del pacto de 2015, que abandonó en 2018 el entonces presidente estadounidense, Donald Trump.

Así las cosas, Teherán ha acelerado su programa nuclear con el enriquecimiento de uranio con pureza del 60 % en una nueva central, como respuesta a una resolución aprobada en su contra por la Junta de Gobernadores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).

La resolución pide a Irán que dé los pasos necesarios para «facilitar explicaciones técnicas creíbles» sobre las trazas de uranio de origen artificial encontradas en tres instalaciones que Teherán nunca declaró como parte de su programa atómico.

Irán insiste en que las acusaciones del OIEA son injustificadas y apunta a una “campaña política” en su contra.

DRONES IRANÍES EN UCRANIA

En medio de todas estas tensiones, Irán ha estrechado sus lazos con Rusia, otro país que ha profundizado su aislamiento internacional, en su caso por la invasión de Ucrania.

Los dos países llevan años fomentando sus vínculos y en el último año Raisí visitó Moscú en enero para reunirse con el presidente ruso, Vladimir Putin, quien a su vez visitó Teherán en julio.

Esa relación tomó un cariz militar con la venta de «drones kamikazes» iraníes a Moscú, que ha usado en su ofensiva militar contra Ucrania y que están causando estragos en la población y las infraestructuras civiles.

Teherán negó en repetidas ocasiones el suministro de los drones, pero el ministro de Exteriores iraní, Hosein Amir Abdolahian, reconoció finalmente en noviembre que sí los habían vendido a Moscú, pero matizó que fue antes del comienzo de la guerra.

La venta de drones ha provocado otra oleada de sanciones estadounidenses y europeas, y ha aumentado el aislamiento.

Irán acaba el 2022 con una revuelta interna en la que jóvenes y mujeres reclaman más libertades y que no pierden fuelle con el paso de las semanas, mientras que en el escena internacional el país persa está cada vez más aislado. EFE

CMV

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.

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