Es viernes por la mañana, y las personas que viven en los alrededores del redondel de los Tótems ya saben que la familia Pulla está haciendo la chicha. El aire huele a piña, naranja y cedrón, tres ingredientes que son básicos en la elaboración de la bebida que pronto tomará color.
El olor, que de a poco se impregna en el aire, proviene de unos calderos gigantes que están en un patio trasero de una casa que da hacia la avenida Remigio Crespo. Desde la acera, quienes pasan y huelen, pueden observar el vaivén de mujeres y hombres.
Unos pican la piña, otros acomodan los calderos. Unos alistan el ishpingo, la canela, el anís estrellado, y otros buscan qué hacer, cómo ayudar.
Nadie está quieto frente a doña Patricia Pulla, la mujer que, junto a su padre, don Cesario Pulla, han realizado, año a año, la chicha para compartir en el Pase del Niño Viajero.
A diferencia de los años anteriores, esta vez Patricia lidera sola la elaboración de la bebida de jora, debido a que don Cesario falleció en agosto pasado. Y aunque el dolor de la pérdida sigue latente, Patricia decidió continuar con una tradición que tiene por lo menos 65 años.
Por esa decisión, por esa convicción de seguir, por la fe y por el amor al Niño Viajero, la casa y el barrio ha empezado, una vez más, a oler a piña, naranja y cedrón.
“Este es un trabajo muy grande. Si no tuviera el apoyo de mis hijos, de las amistades que están aquí y que colaboraban con mis papás, no pudiéramos hacer. Es mucha labor. Pero el compromiso mío es con el Niño y con la comunidad”, dijo Patricia mientras acomoda los ingredientes.
La palabra “compromiso”, Patricia Pulla la respeta tanto como al Niñito. Sin embargo, por poco y el Pase se queda sin chicha.
El 11 de diciembre, mientras se hacía la chicha que será bendecida mañana por monseñor Marcos Pérez, el caldero principal dejó de funcionar. La familia Pulla enseguida llamó a un técnico que les dijo que tomaría tres meses arreglar la máquina.
Pero no había cómo esperar, entonces, Marcelo, uno de los hijos de doña Patricia, desarmó la máquina y buscaron la manera de arreglar el caldero.
“Tuvimos un inconveniente pero se hizo una intervención oportuna. Solucionamos el problema y ahora podemos hacer la chicha para toda la gente”, dijo Marcelo a El Mercurio.
Productos pauteños
Como ya es tradición, la familia Pulla repartirá 10.000 litros de chicha mientras se desarrolla el Pase del Niño viajero el próximo 24 de diciembre.
Y si bien la elaboración empezó ayer, el proceso inicia mucho antes con la adquisición de los ingredientes que, en esta ocasión, en su mayoría, provienen de Paute.
La razón se debe a que la caña que se usa para la chicha ya no fue comprada en Yunguilla por un tema de logística, sino en Paute. En el cantón oriental también se aprovechó para comprar otros ingredientes que ya le están dando sabor a la bebida.
“La chicha está rica, tendrá un sabor pauteño. Ya lo saboreamos. Está muy rica. La gente que va a servirse ahora sí van a decir, qué rica está la chicha. Al que no le guste ahora le va a gustar”, dijo Patricia. (I)