En esta entrega escribo sobre algo diferente a los tormentosos y sombríos hechos políticos ya que el tema que comento nos debe guiar en todas las activades y problemas sociales. En sí mismo la Navidad significa desde mi punto de vista el renacer a la vida auténtica. Lo que de suyo nos desafía a todos.
Para nosotros los de aquí y de ayer, hoy y espero que por siempre la Navidad tiene su significado: la vida como don insuperable e intangible, porque es la presencia de Dios que se humaniza.
Claro que debemos tener un mínimo de esperanza en la trascendencia del espíritu para llegar a sentirla de esta forma. En un mundo tan sofisticado la imagen del pesebre de Belén resulta no solamente anticuado sino fuera de lugar.
Un obeso Noel nos llena las mentes o al menos así parece ser, dado que el dominio de las apariencias nos seduce. En contrapunto a lo especulativo el avance de la ciencia es una dimensión que nos debe acercar más a la justicia, a un mundo con salud integral, sin hambre y sin guerras, sin el afrentoso dominio de unos pocos, porque hemos aprendido a vivir en paz, trabajando con la honesta certeza de cumplir con la misión que nos corresponde.
De lo que se trata es de Vivir a plenitud, con entereza y dignidad más allá de la falsa imagen del poder y del egoísmo. Ser en sí mismo sin claudicar a las apariencias con entrega y solidaridad es el reto a cumplirlo.
En fin, que cada uno viva a plenitud su vida… ¡Feliz Navidad! (O)