Manuel Sucozhañay es un laico cuencano radicado en East Hampton, Estados Unidos.
Él es uno de los que incentiva a participar en la Posada en honor al Niño Jesús y se encarga de las prédicas en diferentes hogares de los migrantes ecuatorianos, en particular cuencanos. Cada día hay un anfitrión, que se anota con anterioridad y de manera voluntaria. Es así cómo conservan su fe y tradiciones aun estando lejos de su patria.
Familiares, amigos y conocidos están incluidos en un grupo armado en WhatsApp.
Por allí se hace la invitación diaria a la Posada. Cada noche, antes de reflexionar sobre la palabra de Dios, con cánticos y alabanzas se escenifica el pasaje bíblico de María y José, en busca de una posada antes de que naciera el Niño Jesús.
Sucozhañay lleva un cuadernillo de guía de la Posada y un folleto con cánticos.
En el séptimo día, por ejemplo, se refirió a la virtud de la generosidad y sugirió ser empáticos con los más necesitados.
A los padres y madres instó a guiar a los hijos con el ejemplo, siendo honestos y transparentes.
Roberto Quizhpi, oriundo de la parroquia cuencana de Sayausí y residente en Nueva York desde hace 28 años, fue el anfitrón en el séptimo día. Lo hizo junto con su esposa e hijos.
En la sala de su casa sobresalía un vistoso pesebre con el Niño Jesús, la Virgen María, San José y los pastores. Se complementó el entorno con un colorido árbol de Navidad.
Quizhpi, como la mayoría de compatriotas, agradece a Dios por la salud y el trabajo que tiene lejos de su tierra. Él cuenta que sus tíos fueron los primeros cuencanos oriundos de Sayausí que llegaron a Long Island, Estados Unidos, hace más de 45 años.
La reflexión
La Posada sirve incluso para el reencuentro familiar o de amigos que casi no se ven por las ocupaciones laborales o del hogar. Al final de la reunión, cada anfitrión ofrece un café o una colada con sándwiche o en otros casos un plato típico de Ecuador, como ocurrió el octavo día en la casa de la familia Barahona Barbecho.
Se brindó papas con hornado, habas, mote, ají y ensalada.
Allí los esposos Wilson y Martha, así como sus hijos, participaron de las lecturas bíblicas del folleto preparado por la iglesia católica para los nueve días.
Un pesebre con la imagen del Niño Jesús y el árbol navideño, ubicado en un costado de la sala, cautivo a los feligreses. Ese mismo ambiente se observa en todos los hogares anfitriones.
El cierre de este espacio de encuentro se cumple en la iglesia Holly Trinity (Santísima Trinidad) de East Hampton, la noche del 24 de diciembre. Después del último día de la novena se procede con la celebración litúrgica del Nacimiento de Jesús.
El mejor gancho para el reencuentro
Nueva York es uno de los estados con mayor presencia de ecuatorianos. En las veredas de las principales avenidas, en los trenes y centros comerciales es fácil encontrarse con muchos compatriotas dirigiéndose hacia diferentes lugares.
Y más ahora, en época de Navidad, los ecuatorianos abarrotan los aeropuertos y estaciones de trenes. Unos viajan a Ecuador para visitar a su familia y otros llegan a Nueva York para también reencontrarse con sus seres queridos.
En tierras estadounidense, los compatriotas recorren distancias considerables desde Queens, Manhathan, Long Island, entre otras ciudades, para juntarse con sus familiares.
Pese al poco tiempo que tienen, de uno o dos días, lo importarte es abrazarse y desear una feliz Navidad a sus padres, hermanos, primos…
Los exteriores de las casas se adornan con luces de diferentes colores. En los interiores no faltan el árbol de Navidad, los regalos y la comida. Tampoco falta el canelazo para el insoportable frío.
El mejor gancho para la unión familiar es la Navidad, puesto que aparecen los parientes que durante años «desaparecen del mapa» por diferentes motivos. «Son momentos únicos», asegura Clara Albarracín, quien reside en East Hampton desde hace 18 años.
«Hace 18 años llegué a Nueva York como mecánico industrial, pero por la falta de licencia de conducción y porque no hablaba inglés tuve que incursionar en la construcción. Empecé de cero y ahora soy albañil».
Carlos Rivera, albañil cuencano.
DATOS
35
años atrás llegó a Woodside el azuayo Juan Luis Lupercio. Siete años después empezó a traer a sus nueve hijos, uno por uno. Ahora todos tienen la nacionalidad estadounidense.
550.000
ecuatorianos vivían en Nueva York, la mayoría en Queens, hasta septiembre del 2019, según un informe del Pew Research Center.
TEXTO Y FOTOS: Manuel Quizhpe, desde Estados Unidos.