Históricamente se ha utilizado mucho a la desinformación – entendida como una manipulación deliberada de la información para engañar a las masas – como herramienta para manipular la opinión pública a favor o en contra de causas y políticos. Las redes sociales facilitan y magnifican ese poder de manipulación que a veces confunde y otras convence a sus usuarios.
Anne McGovern (2021) en un artículo para el Foro Económico Mundial, afirma que la divulgación de desinformación a través de redes sociales tiene el poder de cambiar resultados electorales, fortalecer teorías conspiratorias y causar discordia en la sociedad. Frente al proceso electoral que se avecina, viviremos esto de primera mano, por lo que no podemos creer ciegamente en todo lo que leemos o escuchamos.
A pesar de que se afirma que los sistemas de inteligencia artificial podrán detectar de manera eficiente y simultáneamente contrarrestar la propagación de la desinformación en las plataformas digitales, eso aún no ocurre. Programas como el RIO (Reconnaissance of Influence Operations) desarrollado en el laboratorio Lincoln del MIT, tienen como meta crear un sistema que automáticamente detecte y analice las cuentas utilizadas en redes sociales para propagar desinformación, pero la abundancia de noticias falsas en redes sociales, claramente demuestran que aún estamos lejos de identificar y evitar entrar en contacto con ellas, por lo que necesitamos estar alertas.
Y esto también aplica para la información que compartimos, estudios realizados en nuestra ciudad con Catalina González, demuestran una preocupante tendencia a compartir información falsa o no verificada, por lo que esto es un llamado a la prudencia, verifiquemos antes de compartir. (O)
@ceciliaugalde