Monigotes gigantes ya se exhiben en las calles de Guayaquil
Más de treinta artesanos guayaquileños han confeccionado los tradicionales monigotes gigantes que se exhiben ya en algunas calles de la urbe porteña con motivo de la celebración del Año Viejo.
La Empresa municipal de Turismo de Guayaquil promueve este festejo que consiste en la presentación de monigotes gigantes, a manera de fallas, de más de diez metros de alto, elaborados con base en papel, cartón, maderas y otros materiales reciclados, que recrean a personajes de la televisión y el cine.
«Mazinger Z» «Gru y el minion», «Goku» o «Jack Sparrow» pueden alzarse sobre las casas para ser vistos por el público en varias calles de los barrios del sur de Guayaquil.
Esta es la séptima edición de la llamada «Ruta de los Monigotes Gigantes», que forma parte ya de la cultura popular ecuatoriana para despedir el año, según informó la empresa municipal.
Los 33 «Monigotes Gigantes» se mantendrán en exhibición hasta el próximo 14 de enero, cuando serán desmantelados.
Los enormes muñecos concursan, además, por el premio al mejor monigote, cuyo artesano recibe una compensación a su creatividad y esfuerzo, según remarcó la Empresa de Turismo en un comunicado.
El festejo de Guayaquil se ha abierto paso en el país gracias a la habilidad de los artesanos que recrean a la perfección a personajes de la pantalla.
Sin embargo, en el resto del país la celebración adquiere otra connotación, pues los monigotes o «viejos» son elaborados de manera más rústica, con ropas viejas y serrín, ya que al final son incinerados en las calles.
Las familias y los vecinos de los barrios elaboran sus viejos y los colocan el 31 de diciembre en portales hechos con ramas de eucalipto, adornadas con grandes carteles en los que se suelen plasmar frases sarcásticas y de crítica contra políticos y Gobiernos.
Además, un cortejo fúnebre muy gracioso se monta alrededor de los «años viejos» con «viudas» que piden caridad para pagar las honras del viejo.
Aunque la quema de los «años viejos» es cada vez menos popular, por temas ambientales y ecológicos, la tradición aún se mantiene.
A la medianoche del 31 de diciembre, los ecuatorianos queman los años viejos y reciben en fiesta al nuevo periodo, en un ambiente que se asemeja más a un carnaval que a un funeral. EFE
