1- Decenas de jueces aparentemente enloquecieron. Como si tratara de una nueva pandemia, empezaron a otorgar libertad a narcos y más delincuentes. Los sicarios armaron gran farra para festejar esta generación de administradores de justicia que, generalmente lentos en resolver casos, se volvieron inusualmente ágiles para liberar a indeseables.
2-Muchos de esos delincuentes habían caído presos por enésima vez y habían sido sorprendidos con las a manos en la masa. Varios fueron nuevamente apresados por la Policía, pocos días después por reincidir, confiando en que sus jueces de bolsillo prontamente les liberarían en forma más ágil que el mejor abogado que hubieran podido conseguir.
3- En algunos lugares se concentró ese tipo de acciones a favor de los delincuentes, especialmente en provincias de la Costa. En otras- como en el Azuay y especialmente en Cuenca- en buena hora quedan todavía la mayoría de jueces honestos, cumpliendo con lo que deben hacer.
4- Los jueces de bolsillo obran unas veces por abundante dinero que reciben por sus “servicios”. Otras tantas lo hacen por presiones y amenazas que reciben de los delincuentes y sus sicarios. Hay lugares del país en donde un sicario con hambre y sin droga para consumir, mata por cien dólares. Miedo y dinero forman un cóctel explosivo en ese tipo de administradores de justicia.
5- Ante esa cruda realidad todos se han lavado las manos. La Corte Superior dice que ellos nada pueden hacer. Un sistema legal obsoleto y que, a pretexto de garantizar derechos, protege a delincuentes y no a las víctimas. El Consejo de la Judicatura, igual y la impresentable Asamblea lo mismo. Todos se acusan entre sí y descargan responsabilidades en los otros, sin aceptar ninguna propia.
6- En esa lavadera general de manos, el Embajador de los Estados Unidos, señala de frente y sin rodeos que existe una escalada de parte del narco delincuencia para tomarse la administración de justicia. Que hay jueces captados por esas mafias.
7- Las declaraciones caen como una bomba sobre todos los actores y causan un efecto diez veces mayor que todo lo que ha podido hacer la Corte, el Consejo, la Fiscalía y la Asamblea. Es un episodio que evidencia el nivel de descomposición institucional de nuestro país. (O)