El Camino del Silencio en la «Montaña de Luz», situada en el norte de Ecuador, acogió los pasos de decenas de personas que participaron en un ritual de gratitud a 2022 y de bienvenida y agradecimiento temprano al 2023.
El evento, que constató EFE, comenzó con la entrega de ofrendas en las instalaciones de un nuevo centro de meditación (TAO), donde se destacó el espíritu de la «Montaña de Luz», un hogar de ecoespiritualidad que se ha ido levantando desde hace cinco años en San Juan Loma, un cerro de la parroquia Pablo Arenas, en Urcuquí, en el norte de Ecuador.
«Desde estas alturas, vemos pasear a las nubes a nuestros pies, vemos un cielo agujereado de estrellas, la sonrisa de una Luna incompleta, la cara redonda del Sol y escuchamos las voces de la Tierra. Seamos eco de su sabiduría, seamos ciudadanos planetarios, hijos amorosos de la Madre Tierra», señalaron los organizadores al inaugurar el TAO, poco antes de iniciar una ceremonia ancestral andina de perdón y agradecimiento.
Así, los participantes escribieron en un cartón todo lo que perdonan y se perdonan, «porque para crecer y avanzar hay que perdonar», y tras el recorrido por el «Camino del Silencio» depositaron el cartón en una hoguera e inmediatamente recibieron dos flores.
Un poco más allá colocaron una de las flores en una pileta como ofrenda de agradecimiento al 2022 y emprendieron el regreso por el Camino del Silencio para dejar, en otra pileta, la segunda flor en gratitud anticipada por lo que se recibirá y aprenderá en 2023.
DE AGRESTE MONTAÑA A INMENSO JARDÍN
Los creadores de la «Montaña de Luz» agradecieron a los colaboradores ecuatorianos, colombianos y venezolanos que han arrimado el hombro para construir el Hogar de Ecoespiritualidad, «que se creó con el gran desafío de construir un mundo más próspero, solidario, alegre en beneficio de todos, en especial, los niños».
«Este lugar se está construyendo para ellos (los niños), este lugar va a florecer maravillosamente en unos 30 ó 40 años. Seguramente algunos de nosotros ya no estaremos, pero ellos serán los que tomen la posta y hagan de este lugar el mayor orgullo de Pablo Arenas, Imbabura y Ecuador», añadieron.
Muchas de las plantas sembradas en la «Montaña de Luz», como la palma de cera, «empieza a tirar el tallo a los doce años y llega a su madurez a los 120», dijeron antes de anotar que ya tienen una de las mayores poblaciones de palmas de cera de Ecuador sembradas por el ser humano.
«Hemos sembrado 28.000 plantas y ya hay más de 300 palmas de cera, y en total hay 800 palmas», comentaron en una de las zonas de la «Montaña de Luz», pintada ahora de los diferentes tonos de verdes de las miles de plantas y multicolores flores sembradas desde hace cinco años, tiempo en el cual construyeron reservorios y cultivaron también varios huertos orgánicos, en una montaña otrora agreste.
ESPÍRITU DE LA MONTAÑA
En la caminata también estuvo el montañista Santiago Quintero, quien antes de 2002 había subido a más de 30 montañas en Sudamérica y un total de 9 seis miles.
Pero su más destacada escalada fue la Pared Sur del Aconcagua en solitario, el año 2002 por la ruta Messner en 30 horas, lo que le convirtió en el quinto escalador en el mundo en hacerlo.
Allí sufrió la congelación de ambos pies, por lo que le amputaron la mitad de los dos.
Como símbolo de fortaleza -que es también el espíritu de la «Montaña de Luz»- Quintero participó en el ritual de agradecimiento con una oración de protección que repitieron los participantes a coro, antes de compartir un almuerzo de agradecimiento en el que también estuvieron trabajadores, vecinos y las máximas autoridades del Geoparque de Imbabura.
En la ceremonia también estuvo Carmen Carcelén, la «Madre coraje» que durante 2019 acogió en su casa a más 8.000 venezolanos migrantes, en una de las muestras de solidaridad individual más conmovedoras en Ecuador y en uno de los momentos más críticos de la diáspora venezolana.
Su típica alegría y donaire retumbaron en el Hogar de Ecoespiritualidad, al tiempo que niños agasajados llenaban con sus sonrisas los jardines de la «Montaña de Luz», plagados de pájaros y colibríes, mientras grupos musicales y de danza de zonas cercanas juntaban su arte para recibir a 2023 con alegría y buenas energías. EFE