En el año 2023, el Gobierno Ecuatoriano debe tomar decisiones responsables en la formulación de políticas para los próximos años y con ello se decidirá el curso de la próxima década. La prioridad inmediata debe ser garantizar que las vacunas se distribuyan más amplia y equitativamente entre todos los ecuatorianos, de modo de que la pandemia pueda controlarse.Pero para abordar los retrocesos en el desarrollo, como el aumento de la desigualdad, es necesario saber que los índices de pobreza han aumentado considerablemente, la migración por falta de fuentes de trabajo se ha fomentado en el área urbana y rural, la inseguridad social y jurídica es la constante, el narcotráfico y la delincuencia han formado verdaderos mafias que son una gran organización criminal que establece acuerdos de autoprotección, colaboración y reparto de territorios, para llevar a cabo sus actividades criminales, principalmente de narcotráfico no de otra forma se explican las muertes violentas a mano armada nos vienen alarmando día a día. Por ello el Estado Ecuatoriano debe reforzar la lucha contra el crimen, la corrupción y la delincuencia en el 2023, para garantizar el desarrollo normal de actividades y la seguridad de los ciudadanos, con el fin de que en el momento en que se puedan ampliar los recursos financieros de las economías se pueda lograr un desarrollo verde, resiliente e inclusivo. También se debe examinar las consecuencias de los ciclos de auge y caída de los precios de los productos básicos en las economías emergentes y en desarrollo, la mayoría de las cuales dependen en gran medida de la exportación e importación de dichos productos. La pandemia ha aumentado la desigualdad de ingresos a nivel mundial y nacional, revirtiendo en parte la disminución que se había logrado en las dos décadas anteriores. También ha intensificado la desigualdad en muchas otras esferas de la actividad de los ecuatorianos: en la disponibilidad de vacunas, en el crecimiento económico, en el acceso a la educación y la atención de la salud, y en la escala de la pérdida de empleo y de ingresos, que ha sido mayor entre las mujeres y los trabajadores poco calificados e informales. Esta tendencia puede dejar cicatrices duraderas: por ejemplo, las pérdidas de capital humano causadas por las interrupciones en la educación pueden transmitirse de una generación a otra. A la luz de la desaceleración prevista en el crecimiento de la producción y la inversión, el escaso espacio normativo y los riesgos considerables que opacan las perspectivas, las economías emergentes y en desarrollo deberán calibrar cuidadosamente sus políticas fiscales.También es necesario que se emprendan reformas para borrar las cicatrices de la pandemia.Estas reformas deben diseñarse de modo tal de incrementar la inversión y promover el capital humano, revertir la desigualdad de ingresos y de género. Es hora para dejar de lado las pugnas intestinas entre el Poder Legislativo y el Ejecutivo, si queremos salir de la crisis en la que estamos inmersos, con disputas estériles y de espaldas al pueblo, con fines preconcebidos y sacar ventaja a los intereses particulares o de grupo. Aspiramos que el 2023, se limen asperezas para luchar en forma conjunta contra el enemigo común descrito en líneas anteriores, y que es la mayor causa de nuestras paupérrimas economías y desigualdad social. (O)
CMV
Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.
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