Los ecuatorianos estábamos acostumbrados a enterarnos a través de los medios de comunicación sobre atentados, coches bomba y asesinatos a candidatos durante la campaña electoral, hechos sucedidos en países hermanos como México, Colombia y Perú. En nuestro pais, que hace pocos todavía lo reconocíamos como isla de paz, ahora nos tocó la hora de vivir la misma incertidumbte y desgracia. Los ciudadanos a menudo nos quejábamos de los bajos niveles de representación, de la falta de propuestas, del mal manejo de fondos públicos durante la campaña, sin embargo, nunca de situaciones nefastas contra la vida. Estamos inmersos en una pre campaña electoral para elegir autoridades seccionales el próximo 5 de febrero y ya hemos presenciado atentados y asesinatos de candidatos de diferentes organizaciones políticas en las provincias de más alto nivel de inseguridad.
El financiamiento de los partidos y de las campañas está vinculado directa e indirectamente a capitales de dudosa procedencia, dinero que no revela un origen claro. Las relaciones entre el dinero y la política siempre han sido el tema polémico, sobre el que muchos opinan, investigan, exigen transparencia y proponen soluciones. Estos dudosos vínculos, no sólo infringen las normas electorales, penales y constitucionales, además ponen en riesgo las democracias, la seguridad ciudadana y alimenta una red de clientelismo; que nos conduce a elegir a los peores gobernantes; y ante la pregunta de ¿quién los eligió? lo irónico es que la respuesta siempre es, el culpable es el pueblo. (O)