La política siempre ha sido concebida como la disputa del poder desde las ideologías, en el campo nacional o local. Para obtener el respaldo de los electores estas propuestas se ponían en escena en distintas narrativas y estrategias, es lo normal en una campaña política.
En Cuenca y Azuay hemos visto a lo largo de los años posturas más ideológicas o más pragmáticas y la política de la farándula era casi inexistente. Algunos populismos excedían la pragmaticidad y desafiaban los cánones éticos ofreciendo soluciones de cinco minutos a problemas graves, dádivas como si el presupuesto fuera suyo, o sencillamente los que prefieren entregar canchas en lugares en que falta agua potable.
Aunque hemos visto todo eso, no era la regla general y por eso Cuenca tenía oportunidades. Hoy me temo que la farándula y el populismo se ha propagado: el político insultador se vuelve ave de paz, las promesas falsas están a la orden del día, sabemos más sobre cómo bailan los candidatos que sobre qué proponen para la ciudad. Los viejos políticos aparecen maquillados como nuevos y con mensajes de renovación, niegan sus raíces con tal de agradar. Algunos políticos de la nueva generación buscan asimilarse a la farándula, perdiendo su identidad y hacen cualquier cosa con tal de hacerse virales.
Esa política está de moda, dejémosle allí, ojalá decidamos bien. La ciudad extraña los políticos estadistas, los que llamaban a los problemas por su nombre, a los que hacían los cambios necesarios aun a costo de su capital político, a quienes tomaban decisiones con base en un plan de ciudad, con propuestas de vanguardia, con una conceptualización adecuada de la cultura, la economía, con el acompañamiento del sector productivo y de las universidades para pensar y trabajar juntos por una ciudad más humana y no enfocados en la próxima encuesta.
Podemos tener críticas y diferencias con ellos, pero se extraña la ciudad del plan maestro de agua del Pedro Córdova, de la visión de Cuenca como ciudad patrimonial del Corcho; la ciudad ejemplo de empresas públicas del Xavier Muñoz, la de las políticas vanguardistas en protección social del Jorge Piedra. Se extraña esa ciudad y sus protagonistas; políticos en el más nobel sentido de la palabra y la tarea. (O)