En las culturas y sus tiempos, nos guiamos por expectativas ideales, pretendemos lo mejor para nuestras sociedades, desde la antigüedad con Platón se idealizó la posibilidad de una sociedad justa, cosmovisión que alentó en gran medida a los pensadores de todos los tiempos. Tomás Moro, escribió su obra Utopía que imagina un mundo igualitario. Posteriormente, las teorías sociales puntualizan los escenarios del Progreso Permanente con John Locke y Adam Smith y el Socialismo de Carlos Marx y Federico Engels. Todas ellas pretenden un paraíso en la tierra.
Luego del colapso Soviético, los replanteamientos autoritarios de Rusia, China y otros países liderados por dictadores que se hacen elegir presidentes monopolizan el poder económico y político en función de sus intereses de dominación. Estamos ante la Distopía.
Las tiranías o pesadillas de un mundo atormentado amplían sus mercados y zonas de influencia, las satrapías pretenden la dominación total. Es el signo de los tiempos. Las utopías se han remplazado por las distopías… El egoísmo y la ambición dominan la mentalidad de una época siniestra.
¿Qué podemos hacer? Recuperar el sentido común, de los sueños y pesadillas que alientan los imaginarios de la demagogia o de aciagos extravíos, y como todo se mezcla, debemos saber escoger para superar los modelos de la corrupción y emprender con fortaleza ética el trabajo por un mundo mejor mediante el esfuerzo y entrega al bien común, ejerciendo la libertad de la iniciativa creativa y aportar con lo mejor en la balanza de la justicia para erradicar el delito, las mafias y las tiranías.
Prosperar, siempre mejorando los resultados de la realidad social que debemos construir día a día. (O)