Es oficial, el futuro ha llegado. Máquinas inteligentes que están programadas para realizar una gran cantidad de tareas sin supervisión humana, están a nuestro alcance.
Entre ellas una que ha llamado mucho la atención desde su lanzamiento el 30 de noviembre pasado es ChatGPT. Esta herramienta es un prototipo de chatbot de inteligencia artificial desarrollado por la empresa OpenAI, empresa sin fines de lucro fundada en 2015 que tiene entre sus fundadores a Elon Musk.
Se entiende por chatbot a programas que surgieron en los años 60 diseñados para simular conversaciones reales y dar respuestas automáticas a preguntas predeterminadas. Lo que hace a ChatGPT especial es que, a diferencia de otros chatbot, este se ha perfeccionado con entrenadores humanos hasta obtener un rendimiento mucho mayor que permite dar respuestas más detalladas y articuladas.
Críticas existen muchas, tanto positivas como negativas. Por un lado, es una herramienta que provee información instantánea con gran cantidad de detalle sobre casi cualquier tema; sin embargo, se han encontrado errores en torno a la exactitud de sus datos, y existe preocupación por el uso que se puede dar a esta herramienta para, por ejemplo, generar comentarios automatizados para influir en la decisión de voto.
Sin duda una de las principales preocupaciones surge en torno a las implicaciones que el uso del ChatGPT tiene en la educación. El Departamento de Educación de Nueva York ya restringió el acceso a esta herramienta en todos los dispositivos de sus escuelas públicas. Pero es posible que la prohibición no sea la respuesta, sino más bien, necesitemos ser creativos para utilizar esta herramienta a nuestro favor, no para que piense por nosotros, sino para nosotros. (O)
@ceciliaugalde