Investigadores del Instituto de Bioingeniería de Cataluña (IBEC) han diseñado y desarrollado un complejo formado por tres moléculas, incluyendo el antimicrobiano ciprofloxacina, que mejora la eficacia de los antibióticos actuales y abre la puerta a crear nuevos tratamientos antimicrobianos.
La investigación, que publica la revista ‘Communications Biology’, no sólo ha logrado mejorar antibióticos conocidos para que sean más eficaces en dosis más pequeñas, sino que ha mejorado su estabilidad y reducido su toxicidad, según el investigador del IBEC y profesor de la Universidad de Barcelona (UB), Eduard Torrents, que ha liderado el trabajo.
La necesidad imperiosa de disponer de nuevos antibióticos que puedan atacar las bacterias que se han hecho resistentes ha impulsado a los investigadores del IBEC a diseñar nuevas funcionalidades para antibióticos ya conocidos o en desuso por su toxicidad.
Con la colaboración del Instituto Jozef Stefan de Eslovenia, los investigadores del IBEC han explorado esta opción a través del diseño y desarrollo de un complejo formado por tres moléculas, entre ellas el antimicrobiano ciprofloxacina, un nuevo formato de fármaco que mejora la eficacia de los antibióticos actuales.
Según Torrents, una forma sencilla y económica de rediseñar viejos antibióticos es incluirlos en complejos capaces de modificar algunas de sus propiedades, como la solubilidad, la estabilidad, la biodisponibilidad y la permeabilidad, «que son fundamentales para que sean efectivos contra las bacterias».
En este contexto, los investigadores han conseguido crear un nuevo complejo ternario en el que el antibiótico ciprofloxacina se une a la superficie hidrofílica de la ciclodextrina a través de un aminoácido, la arginina, que actúa como enlace entre ambas moléculas.
Durante la investigación, han comprobado que este nuevo complejo intensifica la interacción del fármaco con las membranas de las bacterias y aumenta su biodisponibilidad en el interior celular, mejorando así su eficacia antimicrobiana y su perfil de seguridad.
«Su liberación se produce de forma más controlada y permite que, con menos cantidad, tenga mayor efectividad. Por tanto, el tratamiento resulta menos tóxico para el organismo», ha asegurado Torrents.
«Nuestro sistema de rediseño podría reducir la toxicidad o aumentar la capacidad de penetración de muchos fármacos antibióticos que se han usado durante décadas y que están en desuso», ha añadido el líder de la investigación, que remarca que, de esta manera, «podríamos aprovechar lo que ya tenemos y darle un nuevo uso, mejorarlo, para conseguir los tratamientos antimicrobianos eficaces que necesitamos con urgencia».
El investigador ha opinado que se tienen que hacer más estudios para explorar todas las posibilidades disponibles y lograr un aumento de la biodisponibilidad de fármacos ya conocidos, incluyendo su capacidad para desarrollar efectos en cepas que actualmente son resistentes a los antibióticos tradicionales.
«Producidos con una química simple, que no requiere un alto nivel de tecnología y que es altamente económica, este tipo de complejos podrían convertirse en herramientas muy prometedoras, capaces de animar a la industria farmacéutica, ya que la falta de antibióticos efectivos a nivel global cada vez es más preocupante», ha concluido Torrents. EFE