Cuando elegimos a dignatarios de elección popular, los estamos encargando que nos representen, en el gobierno, en la asamblea nacional, en las prefecturas y los municipios. En una consulta popular, en cambio, nosotros los electores escogemos directamente, sin intermediarios, las normas o disposiciones legales que nos han consultado. Decidimos por nosotros mismos si tal o cual propuesta es conveniente o no para nuestras aspiraciones.
En el caso de las ocho preguntas que nos van a ser consultadas el 5 de febrero, existen posiciones a favor y en contra de su aprobación y, asimismo, hay electores que votarán por el SÍ en algunas de ellas y otros por el NO, en otras. Hasta aquí, normal. Los partidos y movimientos de oposición al gobierno se han pronunciado, unos con fuerza y otros a “medio gas”, en contra de las preguntas de la consulta, aunque no lo han hecho con argumentos de peso, sino que su motivación obedece más bien al “irrefrenable” afán de que le vaya mal al gobierno en cualquier acción que emprenda, y poder sacar de ello réditos políticos.
La consulta no va a convertir al Ecuador en un paraíso, pero todas las ocho preguntas son importantes, una más otras menos. No hay ninguna de ellas que pueda ser calificada como sin sentido. Las dos preguntas sobre la conservación del ambiente, la que garantiza la independencia de la fiscalía, la que elimina ciertas atribuciones del CPCCS, la que propone la disminución del número de asambleístas, la que incrementa los requisitos para formar un partido político, la que permite la extradición de ecuatorianos involucrados en el crimen internacional y la que establece nuevos requisitos para formar parte del CPCCS.
Vayamos a las urnas con optimismo. Entiendo que el entorno se encuentra difícil, pero las actitudes negativas, las pasiones, los extremismos, no van a ayudarnos a superarlo. La sensatez y la cordura, ausentes frecuentemente en nuestra vida comunitaria, siempre serán un aderezo bienvenido en las decisiones electorales. Recuerde que nuestras respuestas van a formar parte de la estructura jurídica del país, por muchos años. (O)