Es repudiable, desde todo punto de vista que, en un colegio privado de la ciudad de Cuenca, un profesor –dejando de lado el respeto a los pequeños alumnos- ose infamarlos de la peor manera.
Esta censurable experiencia ha de llamar la atención de todos quienes tienen a su cargo la conducción de la enseñanza en el país. ¡Ojo, autoridades educativas y conductores de la niñez y de la juventud! ¡No es posible que, en lugar de educar y enseñar, denigren a sus pequeños estudiantes! Es hora de tomar conciencia de la tarea educativa, como una misión sagrada y de enorme responsabilidad.
Un acto de abuso o acoso sexual, merece que el hechor sea juzgado y llevado a prisión. Quienes hemos desempeñado la tarea de educadores, sabemos que la entrega que los padres de familia nos confían, demanda por el mayor de los cuidados, sabiendo que esa niñez y adolescencia debe ser protegida en extremo y, solo así, recibiremos la gratitud de los padres de esos niños y jóvenes.
Formulamos votos porque estas situaciones repudiables no vuelvan a suceder y que Cuenca y sus instituciones educativas brillen con la luz del conocimiento y del mayor respeto humano. (O)