Este titular es la expresión de un grupo de mujeres que comenzó a poner en la conversación de la sociedad la preocupación sobre la cantidad de femicidios en el Ecuador. De acuerdo con los reportes estadísticos de la Fiscalía, en el año 2022 se registraron 81 casos de femicidio a nivel del país. De los cuales el 10% corresponden a la provincia del Azuay. Lo que nos convierte en la región con mayor incidencia con relación a su población. Los nombres de esas víctimas están escritos en las paredes y muros de un puente que representa para la ciudad y la provincia la memoria y el dolor. Es el símbolo de una lucha que se extiende más allá de un caso Fiscal. Es el recordatorio permanente del compromiso que tiene la sociedad con ellas, con sus mujeres.
El Cabildo por las Mujeres, junto con otras voces como Sendas, GAMMA, así como otras representantes del activismo por derechos de las mujeres, han sido tajantes en las redes sociales exigiendo el respeto y la coherencia a una clase política que no logra entender el rol de los símbolos en la lucha a favor de los derechos de mujeres, la prevención contra la violencia, el machismo y la misoginia. En el activismo los símbolos cuentan, ocupan un espacio en el imaginario de la sociedad y por ello se exige la consideración y el respeto.
Hace unos días, la Corporación Participación Ciudadana, hizo pública el resultado de su monitoreo de casos de violencia política contra las mujeres. En las primeras dos semanas de campaña, la organización ha identificado 136 tuits con 36 expresiones con contenido discriminatorio y 33 frases discriminatorias. La sociedad sigue sin encontrar formas adecuadas de disentir en política cuando se trata de candidatas mujeres. En buena medida porque se ha normalizado una conducta despectiva que se concentra en aspectos físicos de las candidatas y no en los argumentos de sus propuestas. Si el escenario político ya está empañado por la discriminación y el insulto, cobra más sentido la exigencia de las representantes de estas organizaciones por dejar este lugar fuera de tomas simbólicas, firmas o acuerdos políticos, para no manchar el recuerdo y la memoria de quienes han pagado con su vida el trato despectivo, irrespetuoso y discriminatorio que ha sido por años naturalizado.
“Vivas nos queremos” no solo es un puente en Cuenca. Es una exigencia por más derechos, por más respeto y por el rol de las mujeres en una sociedad que debería cuidarlas con convicción y compromiso, no con oportunismo.