Los cuencanos hemos vivido en los pasados días dos grandes programas que han despertado la curiosidad de propios y extraños por toda la logística e impactos que su desarrollo generó. Nos referimos al evento de la carrera de carros que se desarrolló por el sector del estadio y a la segunda etapa del afamado Tour de Francia que inundo nuestras calles el fin de semana pasado.
Es claro, un evento de esta naturaleza y envergadura va a traer consigo ciertas incomodidades o posiciones que nos van a sacar de nuestra zona de confort al no poder transitar como usualmente lo hacemos y menos aún, si es que hemos pasado los últimos años sin vivir este tipo de aparentes incomodidades.
A manera de reflexión, deberíamos pensar en cómo viven los habitantes de aquellas ciudades en las cuales se gestan eventos mucho mas grandes que los descritos, Mónaco y su Gran Premio de Fórmula Uno, las carreras de ciclistas alrededor del Coliseo Romano, las grandes maratones de Boston, la carrera de San Silvestre de Brasil, o cualquier otro acto deportivo – cultural que se desarrolle en las calles de alguna ciudad que usted identifique mi estimado lector.
Causa mucho pesar el conocer las posiciones de personas que se quejan y literalmente desprestigian este tipo de eventos cuando, por el contrario, deberíamos exigir el desarrollo de más espectáculos de esta naturaleza que buscan ubicar a nuestra bella ciudad en los ojos del mundo.