Escribo el presente comentario antes de conocer los resultados de las elecciones efectuadas el día de ayer, elecciones que, lamentablemente, no han logrado salirse del trillado marco ya patentado desde hace varios años por nuestra inefable dirigencia política: acuerdos y alianzas contranatura, incumplimiento de las leyes electorales, profusión de candidaturas, crecidos gastos de campaña, baratillo de ofertas, denuncias, etc, y, sobre todo, casi nula acción para promover la capacitación del electorado. Como si a las “élites” políticas les convendría, perversamente, la permanencia de votantes inmaduros y vulnerables a los vaivenes impuestos por los populismos de turno.
Ojalá los resultados, sea cuales fueren, sean “leídos” correctamente por los actores políticos involucrados, es decir, se analicen los mismos con objetividad, sin sesgos, sin falsas conveniencias. La dirigencia política del país es muy proclive a “leer” los sucesos políticos, las manifestaciones sociales, desde su muy particular punto de vista, o sea, puede equivocarse en su interpretación. En otras ocasiones, las “lee” apropiadamente, pero en cambio transmite su lectura de manera diferente. Es el caso del “vocero” del partido o del movimiento, que sabe que su agrupación sufrió una derrota apabullante pero que sale en los medios y dice que la votación obtenida por su partido constituye “un triunfo sin precedentes en la historia del país” y que “les han dado una paliza a los demás partidos”. Lo grave es cuando hay que tomar decisiones luego de los resultados electorales pues, como puede deducirse, si la lectura de los mismos es equivocada, corresponderá asimismo a decisiones equivocadas en los planes por delante.
Hay inestabilidad en Latinoamérica y ello constituye un factor negativo para la reactivación económica y el bienestar común. La inseguridad y la corrupción son enemigos a los que no se puede subestimar. Lo que sucede en Perú, lo que sucedió hace poco en Brasilia, no son, de ninguna manera, ejemplos a seguir. Que los resultados de ayer nos sirvan para enmendar errores y enrumbar al país por la vía correcta. (O)