Este 5 de febrero el Ecuador acudió a las urnas. Más allá de qué este cumplimiento se debe a la obligatoriedad del voto y a la necesidad del certificado de votación, me atrevo a decir que la cultura democrática en el país mejora en el sentido de que el ciudadano aún tiene la expectativa de conseguir días mejores al elegir directamente a las autoridades que le gobernarán en los próximos años. Además de ejercer su derecho de participación ciudadana en forma directa y sin intermediarios, los ecuatorianos deciden si queremos o no cambios en las leyes y en la Constitución, que mejoren sus condiciones de vida.
Sin embargo, los resultados electorales sorprendieron a muchos y se mostraron contrarios a lo que varias encuestadoras habían avisorado en las últimas semanas. Por un lado, se esperaba que por lo menos cuatro de las ocho preguntas sean afirmativas; a pesar de qué es público y conocido que desde el regreso a la democracia en 1979, las consultas populares son un indicador de medición de la popularidad y aceptación del presidente proponente.
Se pensaba que esta premisa podía cambiar, algunas de las preguntas resultaban bastante tentadoras por el si, porque fueron propuestas como una solución inmediata a las necesidades del país. Por ejemplo, frente a la inseguridad y a los delitos de delincuencia organizada, la solución era la extradición de la pregunta uno; frente al hartazgo de una baja popularidad de Asamblea Nacional la respuesta estaba en la pregunta tres sobre la reducción de asambleístas; frente al rechazo de la fragmentación política que no viabiliza gobernabilidad del país, se planteó una solución en la pregunta cuatro; finalmente frente a la inacción e incluso destitución de los consejeros del Consejo de Participación Ciudadana, la respuesta estaba en las preguntas cinco y seis.
Pero no, los resultados volvieron a ratificar que la ciudadanía poco o nada lee los anexos, poco o nada identifica a la consulta popular como una solución, mientras sean otras las necesidades que le aquejan; como falta de empleo, la falta de acceso a la salud, y la inseguridad; temas aún pendientes del gobierno de turno. (O)