Pienso que cuando Dios creó al hombre, le dio la música como un lenguaje diferente de todos los demás. La música dulcifica los sentimientos, y la alegría cura los corazones heridos.
La música inspira a los poetas, a los compositores. Ella nos incita a buscar en nuestras almas, para encontrar allí el significado de los misterios descritos en los libros antiguos.
La música es el lenguaje del espíritu, su melodía es como la brisa juguetona que hace temblar de amor, las cuerdas de una guitarra.
Cuando los aéreos dedos de la música llaman a la puerta de nuestro sentimiento, despiertan memorias perdidas en las profundidades del pasado. Las tristes vibraciones de la música provocan en nosotros melancólicas nostalgias; y sus poéticos sonidos nos traen recuerdos placenteros. El vibrar de las cuerdas nos hace llorar cuando se va un ser querido, o sonreír por la paz de la naturaleza.
La armónica voz del viento, el trino de los pájaros, el murmullo de los arroyos, constituyen una bella música, que despierta al hombre de su sueño, lo invita a incorporarse y a disfrutar de la gloria y la sabiduría de la naturaleza; hoy injustamente agredida por la codicia y la vanidad, de un mundo materialista recalcitrante.
El hombre actual, dotado de tanta tecnología, con todo su entendimiento, no es capaz de saber lo que cantan los pájaros, ni lo que murmulla el río, peor lo que susurran las olas cuando besan la playa lenta y delicadamente.
El hombre moderno, globalizado no sólo económicamente, sino lo que es más grave, psicológicamente, inmerso en un mundo consumista, con muy honradas excepciones, se ha vuelto incapaz de interpretar lo que dicen los dulces sonidos de la lluvia al caer sobre las hojas de los árboles, o cuando sus gotas golpean los cristales de las ventanas, no puede saber lo que la brisa está diciendo a las flores de los campos.
Si rescatamos los supremos valores humanos que actualmente están devaluados, y los colocamos en el sitial que les corresponde, creo que el corazón del hombre, puede volver a captar el significado de la música, en sus diversas manifestaciones, que hará vibrar nuevamente sus sentimientos.
A través de la música, muchas veces el corazón humano nos llama en su ayuda, y el alma nos implora que la liberemos. Pero nosotros no hacemos caso de su llanto, porque no oímos y comprendemos la sabiduría eterna que habla frecuentemente en un lenguaje misterioso. (O)