¿Qué hacemos con nuestra basura diaria?…Nada, estamos intoxicándonos.
La basura física la desechamos a diario, pero qué sucede con la basura interna que está mellando nuestras almas y cuerpos. Escuché a Dante Gebel, el argentino que habla con sabiduría, y en torno a su gran reflexión propongo este artículo de opinión.
Hedemos y no lo notamos. Nos acostumbramos a ese olor pútrido que proviene de una cadena de mentiras, legalismos que no permiten aceptar y amar con libertad. De odios desmedidos que ya han hecho callo en nuestras almas, del resentimiento, de los chismes que acaban con la reputación de los otros. Con la mezquindad, falta de empatía, la ingratitud y la soberbia que nos hace tan altivos como vacíos y necios.
Toneladas de basura están sobre nuestras espaldas o quizá ya buscaron una guarida en nuestros órganos, pero no lo notamos. Seguimos y seguimos alimentando a ese monstruo llamado ego que hace de nosotros seres indiferentes, ajenos, no humanos.
La frialdad del ser humano aterra y la dureza de su corazón evidencia que la basura está invadiendo y apropiándose de su vida, tanta arrogancia no deja florecer la obra maestra del gran Arquitecto de la Vida. Bajo este contexto, el amor no puede ser cuatro letras que sirvan para potencializar las ventas comerciales y para hacer de febrero un mes corto y “especial”, el amor debe ser auténtico y real para que expulse la basura que nos está matando.
En cada uno de nosotros está el decidir qué aroma dejar por la vida: basura o humanidad, amor u odio, abundancia o pobreza; y no la material sino la espiritual. (O)