No por parecer ya una especie de “círculo vicioso”, sobre todo para el centralismo y los oídos sordos de los gobiernos de turno, se debe obviar referirse a la vialidad azuaya cuyo mal estado empeora y ahora más con el invierno.
Esta vez, los sectores productivos de la provincia elevan su voz de reclamo, y a quién sino al gobierno liderado por el presidente Guillermo Lasso.
Ojalá la carta enviada por los directivos empresariales llegue a las manos del presidente, la lea, valore su contenido, y dé inmediatas instrucciones, órdenes sería mejor, a los ministerios de Transporte y Obras Públicas, y de Economía.
Si es carta se queda en los mandos medios, si ni siquiera una copia es entregada a quienes dirigen esos ministerios, no habría valido la pena, pensarla, redactarla, enviarla.
El gobernante debe entenderlo: simplemente las vías intraprovinciales son un peligro, no garantizan una normal movilidad vehicular, tampoco coadyuvan al flujo turístico, peor a la economía de los pueblos cuya producción no fluye hacia los mercados, no solo del Azuay, sino de Guayas, El Oro y Morona Santiago, incluso de Loja.
Alrededor de USD 900 millones por impuestos contribuye la provincia del Azuay al fisco; pero el Estado no es retributivo en las justas dimensiones. Esto le recordó al presidente el sector productivo, cuyos dirigentes, según su misiva, le plantean un presupuesto, plazos, acciones, en suma, soluciones verdaderas, y pronto.
En mayo de 2022, el gobierno presentó en Paute el Plan Vial Nacional 2025. Se destinaría USD 5.200 millones para Alianzas Públicos Privadas y USD 550 millones para inversión.
Se difundieron ciertas obras viales a construirse en Azuay, estudios, y una serie de otras buenas intenciones. De cuanto se sabe, el Plan es una teoría más. Nada se concreta. Nada siquiera está en camino. Si lo está, anda con pies de plomo y a media vista.
Ojalá el reclamo del sector empresarial azuayo constituya un mazazo en la conciencia del gobierno, huérfano total de obra pública.