Radares, ¡qué estreno del electo!

Jorge L. Durán F.

A todo alcalde electo entrante le toca su papa caliente.

Al recién electo, Cristian Zamora, se le viene encima el caso de los radares, denominados “dispositivos tecnológicos de control”. Qué eufemismo para largo, para lo más decir radares, y punto.

En un video en Tik Tok se le veía al entonces candidato Zamora parado en media vía prometiendo “bajar el contrato por ilegal y corrupto”. Se ofrecía, además, a no permitir la metida de mano al bolsillo de los cuencanos. ¡Tan buenito el hombre!

Bueno -dirán ahora-, ya ganó; aunque con las justas, pero ganó; pero tan pronto como juramente, comenzará a quitársele el sueño.

Si opta por dar de baja el contrato de manera unilateral, no sé pues si pedirá la anuencia del Concejo Cantonal; o, a lo mejor, esperará el informe de la Contraloría.

Pero hasta que ese informe llegue, santo Dios. Él sabe como son los cuencanos. Han de “joderrrle” noche y día.

Y no es que “bajado”, “colorín colorado”. Vendrán las demandas del contratista.

El electo dijo que en vez de radares apostará por la educación vial a los choferes. ¿Ustedes creen? “Perro que come beta no deja así le corten la jeta”.

Alguien dijo que los gringos que viven en Cuenca, alguna vez dijeron que los cuencanos son “unos lindos” pero mientras no estén frente al volante.

Pero es que es así. Conducen a altas velocidades. Si ven que asoma el tranvía más aceleran; igual cuando aparece la luz amarilla de los semáforos, y cuando ni bien asoma la  verde pitan y repitan; y hasta se pasan la roja estén o no chispos; y sin contar con que usan las direccionales no para advertir que virarán a la izquierda o derecha, sino para zigzaguear pidiendo paso; y, es más chatean, se maquillan; si deben salir a las 6H30 para llegar a su destino a las 07H00 lo hacen faltando diez minutos así deban cruzar la ciudad de sur a norte; ah, me olvidaba, rebasan en curvas, se hacen los daltónicos cuando llegan a los pasos cebra; no agarran bien el volante, apenas con la palma de la mano y con las mascotas entre las piernas, cuando no con la hamburguesa en la boca. O sean, manejan a la ofensiva, no a la defensiva.

Con tales comportamientos, ¿vale la educación vial? Pueda que sí. ¿Será suficiente para “disminuir las siniestralidades de tránsito? ¿O llenar la ciudad con rompe velocidades?

Claro, lo que más ha molestado a nuestros “fórmulas 1” son las altísimas multas.

Bueno, toca frenar a raya. Los radares, para el electo serán motivo de muchos pesares. “¡Quien te dijo…”! decía “Piquito” Hidalgo. (O)