Santa Cruz (Bolivia).- En un paradisíaco parque ecológico gestado por el paisajista boliviano Gastón «Tonchi» Ribero en el oriente de Bolivia se cultivan desde hace poco más de dos décadas unos nenúfares gigantes sin saber inicialmente que eran una especie diferente de las que hasta ese momento se tenía registro y que acaban de dar al país tres récords mundiales.
Victoria boliviana es el nombre de esta planta, nativa de los Llanos de Moxos, en la región amazónica de Beni, y que antes de ser catalogada como una nueva especie también tenía muestras creciendo desde hace décadas en el Herbario Nacional de Bolivia y casi dos siglos en la colección del Real Jardín Botánico de Kew en Reino Unido.
Con un diámetro de 3,2 metros y un área de 7,55 metros cuadrados, la Victoria boliviana que logró dos récords mundiales creció en 2012 en el ecoparque La Rinconada, a siete kilómetros de la ciudad de Santa Cruz.
«La hoja ha ganado dos títulos, ha sido reconocida como la hoja de nenúfar más grande del mundo y la hoja no dividida más grande del mundo. Así que dos récords para La Rinconada, para Bolivia, para el mundo y es definitivamente eso, una Victoria boliviana que queremos que todos la sientan así», dijo a EFE Ilani Ribero, hija de «Tonchi» Ribero.
Estos dos son específicamente para La Rinconada, y Bolivia como país obtuvo el récord de la planta acuática más grande del mundo.
DE BENI A SANTA CRUZ
Una impresionante laguna artificial cubierta por nenúfares gigantes y habitada también por peces koi da la bienvenida a los visitantes a La Rinconada.
Los intensos tonos verdes y los rojos de los rebordes de las hojas, fundidos con el azul del cielo reflejado en la laguna y el naranja ocasional de los koi que salen a la superficie para alimentarse son parte de un paisaje digno de las pinturas del francés Claude Monet.
El ecoparque se gestó 1999 por iniciativa de Ribero, quien quedó enamorado de estas plantas en un viaje a Beni hace 40 años y quiso tener en Santa Cruz «un espacio donde pueda admirarlas de cerca y que más personas puedan tenerlas acá», explicó Ilani.
Lo primero fue construir la laguna artificial para las Victorias y lo siguiente fue su traslado desde Beni, donde esta planta «está en todas partes», comentó.
A Santa Cruz se llevaron «26 plantas, todas bien cubiertas, húmedas, manteniendo el lodo donde enraízan», sin embargo, solo una sobrevivió y, según contó Ribero a sus hijos, fue «la más chiquita y a la que menos fe le tenían» la que permitió la reproducción de nenúfares gigantes en La Rinconada.
Según Ilani, las hojas brotan todos los años a fines de octubre midiendo dos a tres centímetros de diámetro y entre diciembre y febrero alcanzan su tamaño «gigante».
LA PLANTA
La Victoria boliviana pertenece al género Victoria, de la familia Nymphacaceae, y fue descubierta y descrita por el científico alemán Taddeo Haenke cuando navegaba por el río Mamoré, en Beni, en 1801, según información del pequeño museo de La Rinconada.
En 1829 recibió la denominación de Victoria Regia, en honor a la reina inglesa Victoria, admiradora del lirio acuático, refiere la misma fuente.
La variante boliviana permaneció en el anonimato hasta que unas fotografías llamaron la atención en 2006 del horticultor español Carlos Magdalena, trabajador de Kew Gardens, quien lideró un equipo que confirmó que era una nueva especie.
Su nombre, Victoria boliviana, hace honor a los bolivianos y al hogar donde crece el nenúfar en Suramérica, los ecosistemas acuáticos de Llanos de Moxos.
Una reevaluación de la familia de los nenúfares gigantes se publicó en julio de 2022 en la revista Frontiers in Plant Science, según dio a conocer la organización Guinness World Records en una publicación dedicada a la hoja boliviana.
Se calcula que las hojas de los otros dos miembros conocidos del grupo Victoria, la amazónica y la cruziana, alcanzan 2,3 y 2,4 metros, respectivamente, «muy lejos de su pariente exclusivamente boliviano», añade esa fuente.
CAMINO A LA VICTORIA
En octubre pasado, los Ribero recibieron la noticia de que la hoja que en 2012 alcanzó un diámetro de 3,2 metros logró dos reconocimientos de Guinness World Records.
Pero el recorrido para llegar a esto data de mucho antes, ya que en 2005 comenzó a llamar la atención de Ribero el tamaño que alcanzaban sus nenúfares.
Ese año se tuvo una que midió 2,87 metros de diámetro y siete años después brotó la hoja del récord, recordó Ilani.
Un notario, testigos y fotografías dieron fe de aquello, con la intención de postularla a los Guinness, y también se hizo una escultura en fibra de vidrio de la planta que es exhibida en el museo del ecoparque.
Ribero trató de hacer el registro ante la organización Guinness ese mismo año, pero eso se truncó porque cuando se debía hacer la verificación física hubo «unos vientos terribles en Santa Cruz» que volcaron y dañaron por completo las hojas, recordó Ilani.
Fue después de que se descubrió que se trataba de una nueva especie que Guinness World Records se aproximó a los Ribero para hacer el registro. EFE