Entre procesos de titulación y sistemas integrados e integradores de construcción, gestión y transferencia del conocimiento, la Universidad avanza el reto de transmutar sus propios cimientos y procurar el salto de la formación de buenos empleados a la cimentación, primero de buenos empleadores; y, luego la formación de sujetos con la capacidad de cuestionar y trasformar las estructuras sociales.
De empleados a empleadores, una cultura en transición evolutiva demanda de emprendedores, sujetos con la capacidad de levantar nuevas estructuras productivas y comerciales que generen fuentes de empleo y progreso social solidario.
Emprendedores, sujetos con la capacidad de entender el fracaso como un camino a través del cual se aprende y crece, el fracaso como el camino de la experiencia y esta, la base de la ecuación del conocimiento.
Emprendedores, sujetos con la capacidad y humildad para aprender; aprender siempre; aprender de todo momento, circunstancia o relación; aprender como actitud frente a la vida; aprender como objetivo, camino y meta.
Emprendedores, sujetos comprometidos; sujetos que entienden y practican la perseverancia como constancia y disciplina que impulsa y motiva para conquistar los sueños, sin renunciar ni rendirse.
Emprendedores, sujetos con la capacidad de innovar; romper las reglas y crear nuevas soluciones a viejos problemas; sujetos con la disruptiva capacidad de imaginar, esa capacidad a la que Einstein definía como más importante que el conocimiento; y, que es la base de la creatividad y el progreso.
Emprendedores, sujetos que, parafraseando a Bernard Shaw, no se adapten ni acomoden al mundo que los rodea, sujetos con la irracional obstinación de caminar la vida en el reto de adaptar el mundo a sus propios paradigmas y principios… (O)