La faena maderera que se convirtió en polo del turismo sostenible en Chile

Reserva Biológica Huilo Huilo (Chile).- La Reserva Biológica de Huilo Huilo, en el sur de Chile, era un bosque nativo asediado por la industria maderera. Hoy, dos décadas después y tras un giro de 180 grados, es uno de los mayores exponentes del turismo sostenible en la región y refugio sagrado para los emblemáticos huemules.

Juanita Quintoman, de 46 años, teje unos «trariwes» negros y rojos (faja típica de la mujer mapuche) para unas pequeñas muñecas de tela, a las que luego les pondrá unos «chaway» (pendientes de aro) que ha fabricado con chapas de latas.

Hija y esposa de antiguos trabajadores madereros, Quintoman es una de las casi 50 artesanas que trabajan para las tiendas de un complejo hotelero de arquitectura única que hay en la reserva.

«Ha costado mucho que la gente crea que se puede vivir del turismo porque hay temporadas que baja, otras que sube, pero la tarea forestal es muy dura. El turismo a la larga es bueno», reconoció a EFE la artesana en su taller de Neltume, un pueblo 800 kilómetros al sur de Santiago.

Lo mismo cree Ana María Zambrano, quien trabajó durante años en un comedor de una empresa forestal y ahora regenta su propio restaurante y un pequeño hospedaje: «La comunidad ha pasado de talar árboles a adorarlos», aseguró a EFE.

«HABITAR EL BOSQUE»

De una extensión de 100.000 hectáreas, Huilo Huilo es una reserva privada que se constituyó hace dos décadas cuando la industria forestal del bosque nativo -principalmente de coigüe, rauli, ulmo- estaba en decadencia y sus dueños decidieron apostar por otro rubro.

«A finales del siglo pasado hay una gran crisis y mucho desempleo y, como familia, empezamos a pensar qué podíamos hacer con este lugar increíble. El lago Pirihueico es de los pocos que queda realmente virgen en sus dos orillas», indicó a EFE la directora ejecutiva de la reserva, Alexandra Petermann.

En vez de apostar por un turismo masivo, se decidió construir un complejo de hoteles con un «mística especial» y al más puro estilo «El señor de los Anillos», unidos entre sí por un sistema de pasarelas que evocan a las raíces de un árbol.

Para Petermann, el objetivo es que el turista «habite el bosque», «se enamore de la naturaleza» y «se conciencie de la importancia de su conservación».

El tránsito hacia la actividad turística no ha sido fácil -la poca industria maderera que queda es para el autoconsumo- y «hubo que demostrar que el árbol de pie vale más en términos económicos que el árbol en el suelo», explicó a EFE Rodolfo Cortez, director de la Fundación Huilo Huilo.

La clave de que Huilo Huilo haya pasado de tener 5.000 turistas anuales a más de 100.000 fue involucrar a las comunidades desde el inicio, apuntó.

El modelo, según Cortez, podría «replicarse» en la vecina región de La Araucanía, donde existe un enconado conflicto desde hace décadas entre el Estado, grandes forestales y el pueblo mapuche, el más mayoritario de Chile.

EL CIERVO MÁS AUSTRAL

Uno de los proyectos estrella de la fundación es el Centro de Conservación del Huemul del Sur, un proyecto pionero donde se ha conseguido reproducir estos mamíferos en ambientes controlados y reintroducirlos en la selva patagónica chilena, donde viven el 70 % de los 1.500 ejemplares que quedan en el mundo.

El huemul, emblema de los Andes y parte del escudo chileno, es el ciervo más austral del mundo y fue declarado en peligro de extinción en 1973 por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).

La industria forestal, los pumas y la caza ilegal hicieron que Huilo Huilo se quedara sin huemules en la década de 1980 y no fue hasta 2016 cuando se reintrodujeron los dos primeros ejemplares.

«Hubo varios proyectos fallidos porque había mucho desconocimiento y se aplicaban técnicas convencionales de manejo de rebaño, encerrándolos en corrales, sin tener en cuenta su sensibilidad», indicó a EFE Eduardo Arias, director del Departamento de Vida Silvestre de la fundación.

En la actualidad, el centro cuenta con 30 huemules en semicautiverio y el plan es liberar tres o cuatro ejemplares este año para que se unan a los seis que ya viven de manera silvestre.

Además del huemul, la fundación también tiene proyectos de agricultura sostenible, de reinserción de flora endémica y de conservación de la ranita de Darwin, otra especie en peligro.

«La conservación -cerró Cortez- no es incompatible con el desarrollo económico, solo hay que buscar un equilibrio». EFE