“La presencia del hombre en la tierra no termina con su muerte física. Continúa en los demás (…) cuando las acciones de una persona desbordan la intimidad y se enraízan en la colectividad, la supervivencia se expande en el conglomerado humano y se robustece en el tiempo.” La referencia es de Rubín de la Borbolla y fue mencionada por Gabriela Eljuri en el homenaje que la Universidad del Azuay le hizo a su maestro forjador, Claudio Malo.
La frase no pudo ser mejor escogida porque es en esa huella imborrable del trabajo de Claudio que la UDA, en su más profunda esencia, reconoce al humanismo y a la diversidad de ideas y pensamientos como la base de lo que conocemos como “sede de la razón”. El homenaje al filósofo, antropólogo, y educador fue también un espacio para reflexionar en colectivo sobre lo que fuimos y en lo que nos hemos convertido.
Un testimonio de ese coloquio académico y cultural fue la entrega de la edición número 68 de la revista universitaria que lleva el mismo nombre. Bajo la dirección de Cristóbal Zapata, la Revista Coloquio se ha convertido en una contribución importante que la Universidad hace a la cultura. Como no podría ser de otra manera, la edición recoge la última entrevista realizada a Claudio Malo, un testimonio fotográfico de su obra, acompañado de las voces de sus colegas y alumnos. Reconoce en sus páginas que la apropiación de la cultura popular, de la artesanía, tiene un antes y un después a partir de las imborrables huellas dejadas por las acciones del maestro y amigo, Claudio Malo. (O)