Ecuador es un país con un número importante de católicos, además de otras religiones, que celebran la Cuaresma; por ello, es importante definirla como: un tiempo litúrgico de conversión que se centra en tres pilares espirituales: la oración, el ayuno y la limosna.
Un gran porcentaje de ecuatorianos directa o indirectamente se involucran en estos tres pilares espirituales de la Cuaresma, debido a la penosa realidad que viven, en efecto: ayunan por no disponer de alimentos generando secuelas en niños como es la desnutrición crónica, en embarazadas la aparición de patologías carenciales, en adultos mayores predisposición a enfermedades infecciosas, en niños y jóvenes bajos rendimientos escolares por ayuno forzado; además de la presencia de miles de seres humanos ayunando y pidiendo limosna en las calles. Por el hambre y el soterrado ayuno se incrementa la delincuencia y la lucha por la sobrevivencia. Ante esta realidad, millones de hombres y mujeres todos los días buscan en la oración un espacio de consuelo en un país en donde a muchos ecuatorianos casi que les falta todo. Tratando de ser justos y realistas, los ayunos deben ser a la politiquería, corrupción, egoísmo e inhumanidad.
En este marco, los recursos concretamente para el Azuay no deben ser entregados cual “limosnas” y peor que las autoridades cuencanas a través de “oraciones” soliciten “santamente” lo que por derecho nos corresponde. Debemos ser más frontales en nuestros reclamos, las “letanías” deben acabarse y ser reemplazadas por exigencias.
Debemos unirnos para hacernos respetar, olvidémonos de ruegos y dádivas, es la hora de luchar por una justicia que siempre preconizan las iglesias. La santa Cuaresma y sus pilares espirituales deben ser adecuados a tiempos actuales, priorizando las necesidades del ser humano y de la sociedad. Lo descrito es una lección de vivir la “santa Cuaresma” sobre todo para las autoridades recién electas, conste que el pueblo tiene una santa paciencia que se podría acabar. (O)