Al cumplirse un año de la invasión rusa a Ucrania, se puede analizar la situación desde muchos enfoques, y se puede conjeturar muchos escenarios futuros. Ningún análisis resulta simple, y más allá del incumplimiento por parte de la OTAN en cuanto a su expansión y de las advertencias de Putin sobre el peligro que para su país constituye un posible ingreso de Ucrania a este organismo, la actual guerra fría global -que cada día se calienta más- debe ser analizada tomando en cuenta que en medio del conflicto está una nación luchando por su independencia, libertad e integridad, una nación que está sufriendo no solamente la invasión de un país treinta veces más grande, en la que se están cometiendo atrocidades sin nombre contra la población civil, sino también se debe tomar en cuenta la historia que existe entre estos dos países.
Más allá de las raíces comunes de las tribus eslavas medievales de las que ambas naciones descienden, hechos como el Holomodor, reconocido como el primer genocidio de la historia, en el que el gobierno de Stalin mató de hambre sistemáticamente a millones de ucranianos, marcan una separación entre estos pueblos.
Recordemos que Ucrania en su momento tuvo el tercer arsenal nuclear del planeta, y que en 1994, tras firmar un tratado con Rusia, entregó a Moscú cerca de tres mil ojivas nucleares a cambio se seguridad y reconocimiento como país independiente. Sin embargo, en 2014 Rusia anexó Crimea y ocupó parte de las regiones de Donetsk y Luhansk a pretexto de proteger a los eslavos prorrusos en territorio ucraniano.
Tras un año de conflicto, se destaca la valentía y unión de un pueblo que contra todo pronóstico busca se respete su soberanía territorial y el derecho internacional, ¡Slava Ukraini! (O)
@ceciliaugalde
