Han transcurrido más de ocho años, dos o tres administraciones municipales, y no hay ni el nuevo camal ni una nueva planta de tratamiento de aguas residuales.
Son dos obras prioritarias para Cuenca. Aún así, los respectivos proyectos no se concretan, pese haber sido planificados, diseñados, y contar con el debido financiamiento.
ETAPA anuncia la suspensión del proceso licitatorio, iniciado hace año y medio, para la construcción de la planta de tratamiento de aguas residuales.
En 2015 esa obra fue calificada como una necesidad. El tiempo de vida útil de la actual está por concluir.
Presupuestada en USD 70 millones, el financiamiento provino del Banco Europeo de Inversiones y del Banco de Desarrollo de América Latina, a cuyas instrucciones para escoger al contratista ETAPA debió ajustarse, entre ellas, adjudicar al oferente menos caro.
Como ninguna de las tres ofertas cumplió los requisitos, ha sido cancelada la licitación. El proceso, no exento de controversias por supuestas irregularidades, deberá comenzar desde cero. Con seguridad, esta responsabilidad y reto a la vez corresponderá a la próxima administración municipal. Sería lo más prudente.
Los bancos prestamistas exigen un proceso más acelerado, por cuya razón “los términos de referencia deben ser más claros y concretos”. Esta precisión por sí sola habla de las falencias, mucho más si la suspensión ocurre por segunda vez.
Pero mientras la construcción de la obra está lejana, por no utilizar el crédito ETAPA ha pagado por comisiones USD 480 mil a los dos bancos. Le resta un año para hacerlo. ¿Falta de gestión administrativa? ¿Inexperiencia? ¿Descuido?
Sobre el nuevo camal o centro de faenamiento, anteriores administraciones municipales planificaron construirlo en Atucloma, parroquia Tarqui.
La actual está por terminar su gestión, pero casi nunca siquiera se refirió al asunto, cuando menos para decir esto se hizo mal, esto bien, o faltó algo.