La sola amenaza de un nuevo paro hecha por el presidente de la Conaie, Leonizas Iza, provoca el más absoluto rechazo ciudadano.
El dirigente indígena, enemigo declarado de la democracia, cuya única agenda es la conspiración, el palo, la piedra, las llamas, sitiar ciudades, cerrar el paso de ambulancias, bloquear vías y hasta pozos petroleros, impedir el transporte de alimentos, con su anuncio ha puesto al Ecuador en ascuas.
La población está temerosa. Se abastece de alimentos, de gas y de otros artículos para “sobrevivir” al potencial paro cuya duración al mentado ciudadano le importa poco o nada; peor los heridos y muertos, las pérdidas millonarias, si la gente trabaje o no, estudie o vaya o no a los centros de salud.
En esa lógica violenta, él quiere ver a la Policía echando flores a sus huestes con prácticas de guerrilla urbana.
Nunca antes el Ecuador ha estado sometido contra las cuerdas por un solo hombre, si bien tras él hay otros, prestos a impulsar el caos a pretexto de reivindicaciones o de querer alzarse con el poder aprovechando la orfandad política del gobierno.
Nadie niega la relevancia de la Conaie. Es un actor importante en la vida política del país. Sus diversos dirigentes han enarbolado su lucha con inteligencia y diálogo, aun con paros de por medio, y hasta merecieron el apoyo del resto de ecuatorianos.
Pero desde hace pocos años es comandada por personajes violentos, extremistas; socavan la institucionalidad del país, vejan a quienes no piensan ni actúan como ellos, y, a lo mejor, consideran a los suyos como carnes de cañón, incapaces de discernir, de pensar en la unión nacional y de querer trabajar.
En redes sociales y en otros medios, los ecuatorianos repudian un nuevo paro al estilo de los perpetrados en junio de 2022 y octubre de 2019.
Ojalá al dirigente extremista le llegue la sensatez. Un grupo respetable de ecuatorianos no puede someter a quienes son mayoría y sienten los mismos rigores de la crisis política, social y económica.