Sobre medicina, hablan los médicos. No debería repetirse una frase tan obvia, pero en el Ecuador de hoy resulta lamentablemente necesario. Ya sucedió en junio pasado cuando un tuit de secretaría de comunicación anunciaba que al presidente Lasso le había dado COVID. Un par de días después, era su secretario de seguridad quien en televisión afirmaba que el presidente se había curado. La credibilidad sobre la palabra presidencial se puso en duda cuando de su salud hablaron actores políticos y no los médicos. Parecía más bien un hecho intencional para actuar como distractor en medio del levantamiento indígena.
La historia se repite unos meses después. En víspera de carnaval el presidente sufre un accidente doméstico y es un tuit de la Secretaría de Comunicación que anuncia la necesidad de una cirugía por fractura del peroné. La sorpresa fue cuando a los pocos días veíamos al mandatario asistir a una reunión sin yeso, sentado y con pierna cruzada. Las sospechas en las redes sociales no se hicieron esperar al punto que la cuenta de Twitter del presidente sube una nueva foto en la que esta vez había unas vendas en el pie. Igualmente, la secretaría de comunicación -y no el médico- tuvo que explicar las razones por las cuales el presidente no llevaba yeso.
El contenido sin la forma no produce efecto en el receptor, es más, puede ser incluso contraproducente, por ello en comunicación gubernamental el argumento va de la mano con el vocero adecuado. En el caso del peroné fracturado, debió ser un profesional de la medicina quien explique el procedimiento y las recomendaciones para su recuperación. A no ser que la visita presidencial a la clínica Kennedy haya sido una estrategia de distracción para conseguir oxígeno político ante el posible carnavalazo que parecía venir con el caso Gran Padrino. Ahí si el peroné cumplió su cometido. (O)