Este fin de semana nos visitará mi hijo. Viene desde Guayaquil. En tiempos normales ese viaje no sería una conversación adicional, pero hoy en día, un viaje a Cuenca resulta una travesía que puede contribuir a cualquier guion de película de suspenso. Ir a verle es imposible porque es una visita de fin de semana, de manera que es más práctico que compre un pasaje de furgoneta y esperar que la experiencia del chofer de ese servicio de trasporte sea lo más razonable para que pueda atravesar a salvo por las peripecias de la carretera. Calculamos en casa que ya no serán las tradicionales tres horas, que ahora podrán ser cuatro a cinco horas, y que, si el recorrido es por La Troncal, incluso serán más. Pensé en un pasaje avión, pero el costo es simplemente imposible.
Por eso presté atención a una promesa que hicieron las autoridades ayer, a propósito de la visita del presidente Lasso. Es un sueño, lo sé. Pero es un inicio, que no fue iniciativa del político, sino de los industriales junto con la Universidad de Cuenca. Una carretera de seis carriles que pueda llevarnos de Cuenca a Guayaquil. Ayer se firmaron los estudios de prefactibilidad para que, en año y medio, una empresa coreana, encargada de realizar los estudios,nos diga por donde mismo pueda ir la carretera. Quizá ni esté Lasso y sea Borrero quien reciba el informe. Será, en cuatro o seis años, el sucesor del sucesor del Presidente quien inaugure esa autopista, si es que los políticos se ponen de acuerdo. Es un sueño, lo sé, pero es como los cuencanos nos atrevemos a decirle al país: Esto necesitamos. Así nos tome años.
Hasta tanto, sigo buscando el servicio de furgonetas, mirando las noticias de los viajes, las vías interrumpidas, las vías habilitadas, en la espera que los 100 millones que los políticos prometieron se vayan cumpliendo de acuerdo con los cronogramas. Que las patrullas de policía cuiden alos cientos de vehículos con viajantes quienes por turismo o por trabajo se trasladan entre Guayaquil y Cuenca. En una de esas furgonetas vendrá uno de mis tres tesoros a visitarnos este fin de semana. Algún día ese viaje será en una autopista, pero para eso faltan años. Hasta tanto sueño. (O)