La pandemia y la inflación han disparado el hambre y la inseguridad alimentaria, un fenómeno que la XXVIII Cumbre Iberoamericana busca aplacar con una hoja de ruta basada en la inclusión y la sostenibilidad, para transformar los sistemas agroalimentarios y que todos los habitantes de la mayor región exportadora neta de alimentos del mundo puedan acceder a ellos.
La inseguridad alimentaria, que significa la incertidumbre diaria de una persona sobre si podrá conseguir algo de comer, afecta a 267,7 millones de habitantes de Latinoamérica y el Caribe, lo que equivale al 40,6 % de su población, según el último panorama regional publicado en enero por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
De 2014 a 2021 la inseguridad alimentaria subió 17 puntos porcentuales hasta situarse muy por encima del promedio mundial, que es del 29,3 %, y solo entre 2019 y 2021 se elevó en 8,1 puntos.
A su vez, la incidencia del hambre en Latinoamérica y el Caribe es la mayor desde 2006 al afectar a 56,6 millones de personas, que equivalen al 8,6 % de su población, y a ello se suma que el acceso a una dieta saludable es el más alto del mundo, al requerir 3,89 dólares por día.
Bajo este escenario, los países participantes en la Cumbre Iberoamericana que se celebrará en Santo Domingo este jueves y viernes buscarán adoptar la“Ruta crítica para alcanzar una seguridad alimentaria incluyente y sostenible en Iberoamérica”.
RESPONSABILIDAD COMPARTIDA
Este plan regional apunta a modernizar los sistemas agroalimentarios con programas dirigidos a los pequeños productores y agricultores familiares, mediante la digitalización del campo, la inclusión, la sostenibilidad, la innovación tecnológica, el fortalecimiento de las cadenas de suministros y el acceso a los mercados.
«La inseguridad alimentaria no la puede resolver un solo país», afirma a EFE la dominicana Josefina Stubbs, experta en desarrollo social y una de las asesoras de esta hoja de ruta.
«Somos parte de un entramado global y necesitamos el multilateralismo como un elemento fundamental para que los sistemas alimentarios funcionen y que la seguridad alimentaria sea una realidad», sostuvo la exdirectora para América Latina del Fondo Interamericano para el Desarrollo Agrícola (FIDA).
Stubbs considera vital los programas estatales y la asociatividad para reforzar y proteger a los pequeños productores, que componen el grueso de los sistemas productivos de Iberoamérica.
«Hay que traer tecnología y recursos para invertir en un sector rural que emplea en algunos países hasta el 54 % de la mano de obra local», recalca Stubbs, quien lamenta que, hasta ahora, muchas veces la asistencia, la financiación y los programas llegan tarde y errados.
GARANTE ALIMENTARIA DEL PLANETA
Para el argentino Manuel Otero, director general del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), Latinoamérica «lo tiene todo para consolidarse como la garante de la seguridad alimentaria y nutricional del planeta», y «lo primero son programas de protección del suelo para recuperar su fertilidad, y luego incentivar la asociatividad»:
Lo siguiente, según Otero, es tecnología y digitalización para que, a través del teléfono, los productores reciban información para mejorar la productividad, así como la bioeconomía, «un concepto muy afianzado en Europa pero que es reciente en América Latina».
La digitalización, dice el director del IICA, puede revertir la tendencia migratoria hacia las ciudades, lo que ahora ocurre porque «esa columna vertebral de 16,5 millones de agricultores familiares son la variable de ajuste cada vez que hay problemas en el escenario internacional».
Tanto Stubbs como Otero coinciden en que es totalmente compatible aumentar la productividad y ser sostenibles, porque «la agricultura o será sostenible o no será agricultura», en palabras del argentino.
CAMBIO INVIABLE SIN LAS MUJERES
También destacan ambos el rol esencial que se debe dar a las mujeres en esta transformación, porque «somos las que menos acceso tenemos a créditos, tecnología, información y derechos», señala Stubbs, que ve en las mujeres «una enorme parte de la solución a este problema».
Respecto al acceso a mercados, apenas «un 14,5 % (de las exportaciones) están destinadas al comercio intrabloque, algo que en la Unión Europea es el 60 %, y ahí el IICA está trabajando fuertemente para recuperar ese tiempo perdido», apunta Otero.
Mientras, Stubbs aboga por las compras públicas del Estado y por la infraestructura necesaria para que la cadena productiva asegure que los alimentos se transportan bien conservados. «Tenemos un desarrollo de la agricultura muy desigual y eso profundiza las inequidades en Latinoamérica», lamenta.
Sobre la financiación para esta transformación, la especialista dominicana apunta a una cooperación norte-sur y sur-sur, especialmente en asistencia técnica, mientras que Otero cree que es un asunto que se ha descuidado y que «todos tenemos que hacer esfuerzos para tener un planeta más habitable y una agricultura más sostenible». EFE